jueves, 29 de diciembre de 2011

Café

Le tiré el café encima y me miró con todo el odio del mundo concentrándose en sus ojos. Yo compilé apresurado un ramo de excusas y trastabillé de tan nervioso que estaba. A ella le debió de parecer divertida, o quizá dulce, mi aprensión así que dijo "No es nada" y comenzamos a charlar.Tardó poco en desnudarse, emocionalmente me refiero, y me dijo que tenía problemas familiares. Soy mal consejero y siempre me escudo en el humor ante este tipo de situaciones. Le dije que mi padre era peor que el de Kafka; me gustó su sonrisa. Era sincera, no cumplidora. Para cuando abandonó la cafetería yo ya estaba enamorado. Para cuando salió y respiró el anochecer yo ya había recuperado mi fe en el destino.

Caleidosférico





Cómo desearía equivocarme
pero tienes miedo
de la luz y del silencio
y por eso gritas

Yo tampoco entiendo tu regalo
si te encuentro a mi lado
nos quedamos quietos
por si desaparece

Quieres algo
que hay escondido
Te has acercado demasiado
al campo de atracción


Este juego es una tontería
me lo dices mientras duermo.
Te escuchaba todo el tiempo
yo tambien estoy despierto aún

Quiero algo que hay escondido
y te has acercado
demasiado al campo de atracción
Y algo se ha detenido
magnetizados
nos hemos quedado suspendidos

Ojalá supieras

Ojalá supieras qué es renunciar a nuevos amaneceres en tus ojos
Ojalá algún día tengas que dejar marchar a alguien
porque tus promesas no le bastaron
Así me entenderías y soportarías
el caudal de emociones que me anegan
Ojalá no dejara de creerte
Desearía que mi amor no se mezclara
con mercurio y mentiras
Ojalá amarte no hiriera
o por lo menos entendieras
que hieres
y me entendieses


Ez da egia. Ez naiz aldatu.

nire ametsetan

hogei urte duzu beti.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Opereta

Hay un paraíso entre tu boca y tu nariz
donde solían anidar mis labios torpes;
un mar en calma diminuto
donde se concentran mis deseos.

Hay una canción de amor aún no compuesta
que te pertenece. Tiene tu nombre.
Pero no hay prisa, mi vida.
El ocaso se estira como tus bostezos.

Hay un pendiente en tu labio
que me recuerda el camino a casa.
Y una curva en el linde de tu boca,
semejante a una sonrisa, que solo aparece
cuando me acerco mucho, mucho.

Tu nombre está zurzido a mi voz,
mi beso a tu cuello,
mi risa a tu estampa.
Tu sola presencia aviva desplantes,
ahuyenta fantasmas.

Te vas y paso la lengua por mis labios,
extraño tu beso.
Echaba de menos estas tardes.
Creo que tu también.
Porque no parabas de reír.
Ni de mirarme.

Arrastro la piedra del deseo,
Sísifo castigado por tu herrumbre.
Te quiero querer
y tú no me dejas.
Por ahora.

martes, 20 de diciembre de 2011

Vas a acordarte de mí

Qué difícil es verte equivocada en otros brazos.
Qué fácil ahora discernir las mentiras de tu pasado.
Me acuesto pensándote, sin esa sonrisa antigua,
aprieto los dientes y cambio mil veces de postura
para que la espina deje de clavarse.
Te regalo bendiciones y buena suerte
regada en vino y sangre,
y mientras, me vacío un poco más.
Te imagino desnuda
acariciando otra piel
más suave que la mía,
menos agradecida.
Te imagino radiante,
más feliz que nunca,
más de lo que jamás pude hacerte,
visitando nuevos jardines,
abriendo cartas,
usando las mismas frases
con la que alimentaste mi ilusión e inocencia.
Escribo canciones en las que te obligo a recordarme,
nunca antes había mentido cantando.
Se las regalo al público.
Las oirán más gente de la que necesito y soporto.
Ojalá estuvieras asomándote entre las caras,
regalándome aquella lágrima que perteneció a otras batallas,
que ya nadie recuerda, sólo yo, porque a nadie contaste.
Así que seguiré cantando, regalando dolor e insomnio,
y no veré a la gente llegar.
Sentiré la plaza vacía,
porque solo tú podrías llenarla/me.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Queda prohibido

Ya ha llegado el frío.
Me acurruco en mi asiento mientras el autobús ruge y la mañana bosteza.
Frente a mí un hombre trajeado escribe palabras en el cristal.
El vaho se rinde a sus caricias digitales.
No alcanzo a ver las palabras.
Dibuja estrellas y nubes.
Y un sol menos redondo de lo que pretendía.
Me mira y esquivo la mirada.
Devuelvo la mía al libro que sujeto.
Le divierte la incertidumbre en mis ojos.
Sonríe y vuelve a escribir.
Tras su mano artista
las gotas de lluvia se desafían por el cristal.
Hubo un tiempo en el que yo también escribía en el vaho.
Al principio ensayaba palabras, cuando apenas sabía escribir.
Después números. Incluso algún poema.
Tiene algo romántico que el calor se lleve tus escritos.
A veces el frío los devuelve a su lugar si el conductor no limpia el cristal,
cosa que rara vez ocurre en esta hojalata rodante que me lleva cada día a la universidad.
Después escribí tu nombre
de camino al colegio, que casi no me atrevo a echar de menos.
Me sobran nostalgias y anhelos.
Me prohíbo aumentar la lista.
El tipo me vuelve a mirar.
Misma sonrisa socarrona.
Parece decirme que no es tarde
para volver a soñar.
Para proyectar mis palabras sobre el cielo gris.
Para acariciar la lluvia que se abraza al cristal.
Para perder el miedo.
Comienzo a escribir en mi lado.
Se acerca atento para leerme.
Plasmo mi memoria en el cristal.
Apenas sin esfuerzo,
las palabras fluyen de tan familiares.
Escribo "Queda prohibido" de principio a fin.
La lista de mandatos se proyecta en el cielo.
Ahora comienzan a abrirse claros.
Y el hombre sonríe de nuevo.
Esta vez su sonrisa es amistosa.

martes, 13 de diciembre de 2011

Tu también tienes motivos

Tú también tienes motivos para quererme.
Los apilas entre libros no leídos y canciones que te suenan
pero no llegaste a aprender.
Tú también tienes motivos, y aunque los guardes con celo y silencio,
sé que los acaricias las noches de niebla.
Y te entregas a ellos cuando la marea olvida el camino de regreso.
Mis motivos para amarte son fieras que me arañan y no me dejan descuidarte;
los tuyos, dóciles criaturas a las que arrullas y cantas,
y a las que de vez en cuando olvidas; por días o meses.
Pero de vez en cuando maúllan y lo veo en tus ojos.
Y en tus ojeras que hoy tampoco dormiste, esta vez pensando en mí,
que casi nunca duermo, frecuentemente por pensarte.
Sé que nuestro final es más largo que nuestro principio.
Desenlaces sinuosos. Prórrogas constantes. Miedo a lo oscuro.
Mi voz, tu grito, la rabia.
Dejar que el alba interrumpa nuestras conversaciones nocturnas
no es accesible a todos los corazones.
Menos aún a los que están tan podridos como los nuestros.
Me corrompe tu amor en barbecho.
Me aflige ser todo lo que soñamos y no entrar en tus sueños.
Y luego, maullido. Golpe en la trama.
Llamada perdida. La pantalla de mi móvil me escupe sarcástica tu nombre.
Y todo vuelve a empezar.

sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Qué hacer cuando nos sentimos solos?

No aguanto el deambular lento del segundero ni las caricias de la melancolía.
Cada canción me puntea la piel y la convierte en tierra yerma.
Harto de los mismos bares, el mismo silencio, las mismas respuestas
sin preguntar siquiera, bordo el tedio en una vida vacía de sentido.
Los libros, la música, los conciertos, son aire al que recurro
cada vez que siento ahogarme inmerso en rutinas.
Buceo en recuerdos.
Soy demasiado joven para la sonrisa agria con la que afronto la recapitulación.
Soy demasiado joven para recapitular, pero cada vez boceto menos el futuro,
cada vez paso más tiempo paseando solo, abriendo las compuertas de mi manantial de sentimientos
que me avergüenza y que temo compartir con nadie.
Antes temía a la oscuridad. Acabé acostumbrándome a ella.
Ahora temo a la soledad. Y me aterroriza pensar que pueda acostumbrarme a esta también.
La vida es un fluir constante de anécdotas, personas, verdades.
Todo tiene un tiempo para ser creído y todos un tiempo para ser amados.
La pureza de los sentimientos, la esencia,
termina degradándose cuando las palabras ya no son primerizas,
cuando ya dijimos esas mentiras, o esas verdades, que ahora se nos antojan menos sinceras.
Pero yo no sé moldearme al cambio. No puedo resignarme a perder a la gente.
No concibo la distancia, ni el bálsamo del tiempo, ni la sustitución de caracteres.
Todos se van. Se escurren irremediablemente de los dedos como agua de manantial.
Algunos creen un consuelo pensar que parte de aquellos que amaron se quedaron consigo,
con sus recuerdos, con sus vivencias.
Algunos creen un consuelo pensar que la otra persona también pensará en ellos a veces.
Yo no. Víctima de mi narcisismo, me siento propietario exclusivo de la nostalgia.
Y la recorro siempre en mis paseos, aunque no me ayude.
Porque no tengo respuesta al título de este escrito.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Buenas nuevas

Serás aprendiz de estrella, rinconcito de poesía, llantina de música.
Serás un regalo diminuto. Luz de luciérnaga en tu cuna.
Vendrás a este mundo de sombras, recogida tu luz en el atrapasueños.
Serás dulzura norteña; de azúcar tu barriguita.
Se posarán mariposas en tus pestañas y reirás cuando alcen el vuelo.
Risueño y feliz apretarás los puños blandiéndolos en el aire.
Habrán de callar los telediarios y los disparos.
Tu nombre resonará en las callejuelas que te vean crecer.
Abrirás los ojos a aquellos que dejaron de soñar.
Recogeremos entre todos tus errores.
Te tomaremos fuerte y pondremos tus pies sobre los nuestros,
ensayando el movimiento, enseñándote a pisar sin miedo.
Recordándote que llegaste para dejar huella,
para coger el timón del mundo con tus deditos
y enseñar a aquellos que ya crecieron cuál es el rumbo a seguir.

Aún tengo la noticia jugueteando en mi oído, los labios temblando.
Hoy tu sonrisa desdentada y tus pómulos redondos llenarán de colores mis sueños.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Que no me embarguen tu risa

Tiene tu nombre un regusto a desvelo y fracaso que atrae.
Desnudas mi condescendencia con la falsa admiración
con la que me hablas y me comprimes y me haces diminuto.
Te escucho cada vez que hablas, atento a tus pómulos, tu sonrisa sincera,
tu anacrónica inocencia y esa ingenuidad que amo
porque no se corresponde con este tiempo corrompido.
Disecciono tu acento, tu seseo arrastrado que me divierte y conmueve
a partes iguales, y raya lo divino la lividez de tu rostro.
Me reprendes por no escucharte y perderme en la admiración de tus formas
y yo sonrío y bebo de nuevo, consciente de que pronto dejaré de controlar mi impulso.
Te canto unas líneas que guardo en el recuerdo y callas, y me miras como si no me conocieras.
Se despierta una luz en tus ojos, bosteza y se estira cansada, y yo ronroneo cansado y feliz
de que al final me reconozcas. Compongo nuestra banda sonora, la sincronizo con tu risa.
Una lluvia de violines se anticipa al baile de nuestros corazones.
Vuelves a sonreír y esta vez encallo en tus labios.
Me quedo aquí. Quizá sea bravuconería porque el alcohol ya hace estragos.
Pero no pienso dejar que me embarguen tu risa.
Ya preparo la defensa.

sábado, 26 de noviembre de 2011

If I could- cintadecorrer

Está canción nació en inglés. No me preguntéis por qué. Perdonadme la pronunciación albaceteña.



Everytime I come across with you
I feel so tired...
Tired of facing my dreams and living my fears.
If I could...
My dear, if I could...
You know if I could I would escape
just now from here.

Don´t remember how.
Don´t remember when.
I only know there was a fight
between us and the loneliness.

If it won...
My dear if it won...
My sweet if it won...
What are we doing here?

I don´t even know you
but I trust in you
cause you are my fair,
my wishdom, my magic
and my breath.

I don´t even know you
but I need you cause
my life is crammed of shadows.
You are my fiction.

Honey, I just gonna stay
I don´t wanna see your smile again.
I´m afraid. I´m a coward.
I miss you but you´re my illnes.
I had better not coming back yet
couse I´m a coward.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El destino de mis cartas a Patricia

El otro día recibí un mensaje de alguien a quien no conocía;
me daba las gracias, me decía que sin conocerle
había hecho algo maravilloso por él.
Pensé que se habría equivocado,
y así se lo hice saber en mi respuesta.
Y me explicó su historia.
Resulta que estaba enamorado de una tal Patricia.
No sabía que hacer para llegar a su corazón.
Lo intentaba, acumulaba palabras preciosas,
la seguía, la apoyaba cuando estaba triste,
pero ella siempre tenía en la cabeza otros nombres,
otro rostros, otras promesas más vacías que la de mi confesor.
Mientras leía, adiviné entre las palabras sus sentimientos,
me vino a la memoria alguien que se parecía a mi y amó con el mismo ímpetu.
Buscando formas de conseguir su atención, canciones que incluyeran su nombre
o qué se yo, dio con este basurero de ideas y leyó mis cartas a Patricia.
Según su mensaje, lloró, encontró las palabras que tenía raspadas en la garganta,
y que quizá por falta de valor o concentración no conseguía sacar a relucir.
Un día se las leyó enteras. Me aseguró que no se apropió de ellas,
que en todo momento le dijo que yo era quien las escribía - o más bien que no era él,
porque desde luego la chica tampoco me conocía- pero por fin se atrevió a poner su firma,
no en las palabras pero sí en los sentimientos, y le dijo que la amaba.
Así que se besaron y ella lo abrazó y le susurró que llevaba mucho tiempo esperándolo.
En realidad eso no está en el mensaje. Prosigue con un escueto "todo fue bien",
pero no encuentro un desenlace mejor que este, ni tan siquiera más probable.
Así que ahora el chico, me agradece ingenuo por haber concretado
ese sentimiento que en ella apenas eran volutas.
Yo he sido incapaz de contestarle, aunque lo esté haciendo aquí y ahora,
porque lo máximo que hice, y quizá ni eso, fue hacerle saber al chico que la necesitaba.
A ella le hubiera dado igual mis palabras o las de otro.
Probablemente hubiera preferido las de él,
de hecho su mensaje ha conseguido emocionarme a mí sin conocerle.
El caso es que me he sentido feliz, entera y llanamente, por un segundo.
Como el náufrago que lanza una botella al mar y en las puertas del cielo,
recibe la noticia de que su carta inició una búsqueda gigante que encontró a otro hombre,
pocas horas antes de morir. Todo tiene su sentido. Todo tiene una lógica.
Cada movimiento, cada acción, determinan un resultado.
Y por fin esta historia tuvo un final feliz, si bien es verdad que alternativo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Crisis de futuro

Las urnas revelaban miedo y desconcierto,
nos hablaban de un país ingenuo,
respaldando unas elecciones tan vaticinadas que apenas hubo sorpresa.
Esa noche corrieron ríos de champán en los despachos,
vítores y risas ingenuas en los andamios,
pero otros callamos y asentimos humillados, tal vez,
quizá desilusionados por la radiografía de un país
en horas bajas que renunciaba a la ilusión y pregonaba mano dura.
Hace siete años se respiraba una sensación de cambio,
cierto aire de ilusión; el pensamiento de que se podían hacer grandes cosas,
o pequeñas, pero que habría capacidad de hacer o rehacer.
Pero la política se descompone con las ilusiones, y la crisis
es más crisis de futuro que económica.
Dicen que si el papel de las urnas respalda las tijeras de los recortes,
esto será como el juego: sólo la piedra vencerá a la tijera.
Y en cuanto las falsas esperanzas de orden se diluyan con nuevos golpes de mar,
y empecemos todos a marearnos el motín será ya tarde,
después de ejercer nuestro derecho acobardados.
Ha habido muchos errores, pero muchos pasos adelante que parece que ahora se desharán.
Y al final, como siempre, una grieta más en la utopía, una sombra más opaca en la mirada,
unos vítores vacíos que apenas entendemos y la sensación de estar fuera de lugar.
Como tantas veces, como en tantos sitios.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Underground

En lo que tarda el metro en pararse,
en esas décimas de segundo en el que el chirriar de los frenos
y el ajetreo y las conversaciones intrascendentes de la gente constituyen la única banda sonora,
acostumbro a guardar como una postal en mi mente la fotografía del tren resistiéndose a las riendas del maquinista, resoplando, sacudiendo el lomo.
Miro cada ventanilla como si de un nuevo fotograma se tratase.
En el primero veo una pareja a la que se le acabaron los temas de conversación,
haciendo carantoñas al fruto de un amor del que aún queda algún resto,
un niño rubio y sonriente al que le quedan muchos temas. Será motivo de muchos otros.
En el segundo tres niños, tres skates. Gorra ladeada y sonrisa no exenta de una malicia
que no se corresponde a la inocencia que destilan sus miradas.
La vida aún guarda cientos de sonrisas y lágrimas para ellos. El mundo espera que dejen su huella.
El metro resopla de nuevo, comienza el trote, trata de galopar.
Los fotogramas se suceden. La película es ahora más rápida. Como la vida.
Una pareja -no serán mucho mayores que yo- se besa y acaricia sin reparar en las miradas de sus vecinos de vagón.
Un hombre de traje teclea un mensaje, resopla entre un carácter y otro
y mira a la pantalla de su blackberry como si extrañara el tiempo en que las pantallas eran más grandes,
y la vida se proyectaba ante nosotros a todo color con una calidad asombrosa.
Una señora murmura para sí. Cualquiera diría que hace tiempo que perdió el juicio.
Está sucia y viste andrajos. Pero ella también fue-pienso mientras el tren empequeñece
y se acerca a la curva que me impedirá seguir viéndolo- potencia de futuros temas,
también tuvo una mirada que destilaba inocencia, también soñó con cambiar el mundo,
también amó y puede que hasta consiguiera ser amada.
También perdió autobuses adrede, padeció insomnio, y quizá escribiera para ahogar las penas
o pensando que sus textos, algún día, encontrarían un lugar en este mundo cansado y triste.
Pero no lo hicieron. Y palideció y perdió la esperanza.
Y comenzó a dedicar el tiempo a extrañar un pasado ficticio que fue construyendo sobre pilares podridos.
Ahora dedica todo su tiempo a ello. Otros lo hacemos desde más temprano.

Mi viuda formal

Perdiendo las formas y la cabeza la fui perdiendo a ella
y llegó el momento, confuso, aterrador, de presentarla sin saber ponerle nombre.
¿Tu novia? Más bien mi viuda, eso sí, de lo más formal.
¿Muerto? Ya ves, es de las que no dejan cabos sueltos.
Esquivando las preguntas que llovían como dardos,
incluyendo carraspeos en las respuestas, incrementando la frecuencia,
conseguí que se olvidaran. No así yo.
El olvido es una virtud que no conozco.
Se me guardan todos los momentos. Se me clavan como espinas minúsculas
-sabes que están ahí pero no se ven y por tanto, no se pueden retirar-.
Ya sabes, hay momentos en los que de repente eres plenamente consciente
de ese algo que relegabas a un segundo plano y que evitabas todo lo posible.
Jarros de agua fría, saliva aferrándose a los lindes de la garganta.
El recogido de su pelo proyectado en galaxias lejanas,
se me antoja más accesible que sus besos.
Sigo enfrentándome a los mismos monstruos.
Sigo incapaz de hacerlo solo. Y sigo sin pedir ayuda.
Ya no encuentro melodía ni consuelo en sus palabras.
Ya no accede a hablarme cuando no hay tema de conversación,
ya no disfruto de ese bálsamo gratuito y generoso.
Pero lo necesito igual que antes.
¿Tu novia? Más bien mi viuda, eso sí, de lo más formal.
Y aún suspiro porque visite mi tumba,
y se refleje en el espejo de mi lápida su mirada.
"Lo que fui lo encontrareis en vuestros ojos".
No hará falta más epitafio ni explicación.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Búscame(canción)

Si cada vértice
me acerca el medio.
Si cada vez que me desvelo
te encuentro ahí.

Búscame como si no quedara tiempo
como si nos sobraran alas
y el alma se nos escapara al fin.

Úsame, regálame otro suspiro,
sonríeme cuando te miro
y el giro acabará por venir.

Ya sé que la mitad de lo que soy te lo debo,
que el ciego pisa a otro antes de caer
que el mapa de tus besos se desdobla
cuando empiezo a recaer.

Búscame, que el faro encuentra primero
a aquellos que rezan por volverlo a ve.r

Está bien, te miro y he de reconocer
que algo has cambiado pero sigues siendo
un monumento a la locura, mi adrenalina, mi droga dura.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La niña del lazo verde

Conozco a una niña de ojos grandes y lazo verde
que cada vez que puede se enamora
y me lo cuenta y me pide siempre
que escriba algo para leerlo y emocionarse.

Me dice a veces que le recuerdo
a un viejo maestro ora risueño, ora sombrío,
al que tanto quiso que al morir este lloró de veras
largos ríos de petróleo que cubrieron las aceras.

La niña de lazo verde y ojos grandes
acompaña cada semana a su madre
para mirar a un chico en el mercado,
que ayuda a su padre a vender fruta.

Ella, tímida, disfruta un rato de su figura
y después traspapela el sentimiento y se va
de nuevo, sin intercambiar palabra
y guardando con celo la mirada que le dedicó su adonis.

Yo sonreí y aguanté su réplica.
¿Te ríes de mí?. Jamás. ¿Entonces?
Me recordaste a Amelie y el fotomatón ¿Recuerdas?
Ella no recordaba. No importa, sigue.

Y siguió y me comentó que ansiaba de veras
acogerse a sus brazos, abrazarse a la espera
en la que el tiempo dulzón del amor pasea
y nos cubre de sonrisas y quimeras.

Aguántale la mirada y sonríe.
Que se de cuenta de que te interesa.
Me cuesta, me cuesta. Apenas le miro y me entra la risa.
Pues que te vea reír. Ya no te lo quitarás de encima.

Así es como hice reír a la niña de ojos grandes y lazo verde.
Me susurró un adiós bajito y me besó en la frente.
Y la ví alejarse, el sol poniéndose tras su silueta.
Hasta siempre, Amelie. Y volvió a reír, sin entenderme apenas.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Adicción

Soy adicto a la literatura y al ensueño
a la prosa y al verso que no tienen dueño,
a la mística ternura, a las caricias prohibidas,
a curar mi cordura, a tu voz y estas rimas.

Somos más de los que anuncian
los locos inconscientes que denuncian las demencias,
el cinismo ardiente, lo aburrido de pensar
que por pensar diferente, te miraran mal
o te buscarán la frente.

"La imaginación es la peor de las drogas,
la que te vence y te atonta y te aleja del suelo,
la que eyacula el veneno que hace olvidarte
del tacto de lo real, lo que amenaza con alzarte."

Sólo tu voz me acerca de nuevo
a este mundo del que escapo cada vez que puedo.
Sólo tu risa, tus palabras sinceras,
son capaces de enterrar bajo el ocaso mi pena.

¿Dónde estaba el cambio que amenazaba con llegar?
¿Dónde las palabras que anunciaron?
Solo quedó un llanto tras el huracán,
el de un huérfano hambriento que ya casi es un anciano.

Prefiero convivir con las ideaciones que me achacas
que con los falsos amores, el dolor y la amenaza
de que matando los sueños, de que empuñando la lanza,
acabaremos por llamar utopía a la esperanza.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Carteles

Ayer vi a dos hombres gritando.
Los dos vestidos igual,
misma camisa, mismo bigote,
empuñando un cepillo babeando pegamento
y sendos carteles.
Hasta los carteles eran parecidos:
Dos hombres, sonrisa serena, mirada pausada.
La única diferencia apreciable era el color de fondo.
Rojo vs azul.
Primero apareció el hombre del cartel rojo,
puso su cartel en la valla publicitaria
frente a la ventana desde la que yo miraba,
y se fue.
Después llego el hombre de azul, misma actitud, misma rutina,
pegó su cartel encima del de el otro y marchó.
Pronto volvió el rojo con más carteles y soltó un exabrupto
al ver otro rostro distinto del que puso.
Lo tapó y aguardó a que el otro llegara.
Cuando lo hizo, comenzó una discusión encendida
ya saben, de esas tan comunes en nuestro país.
Pocos argumentos, poca escucha, y gran volumen.
No pude evitar una sonrisa maliciosa cuando resolvieron
romper cada uno los carteles del otro y destrozar la obra de cada uno.
Intenté decirles que en la valla había sitio de sobra para los dos rostros,
y si me apuraban, más rostros semejantes tatuados en otros colores.
Sin embargo, prefirieron seguir peleando sin escucharme ni escucharse,
hasta que resolvieron marcharse - en direcciones distintas-
dejando la valla desnuda y abochornada.
Disculpen si fue osadía recordar en ese momento el debate.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Archivar sentimientos

Olvidar, desentenderse, resetear, formatear,
archivar sentimientos... está a la orden del día.
Vivir cada día impidiendo que la gente traspase nuestras capas superfluas,
mantener las profundas siempre limpias.

Dejar conocer de nosotros solo una ínfima parte,
para nunca depender de otros, para que no nos haga daño nadie,
y mentir -o mejor aún- callar verdades.

Recordar que el amor no es eterno -precaución, cariño, ya llega nuestro ocaso-
y despojarnos de amigos, familia, parejas y principios
cuando los vínculos amenazan con corromper nuestra independencia.

¿Por qué te vas? Porque te quiero. La trama se invierte
y el protagonista no sabe qué hacer con sus lágrimas.
No hay un amor muerto que justifique el luto,
solo la sensación de haber sido tan injusta y duramente engañado,
que ni siquiera encuentra argumentos para la discusión.

Y crecen las asimetrías del mundo. Las cicatrices de la gente
pura- y normalmente más ingenua- se agrandan e infectan,
ausentes en aquellos que no se alteran cuando dañan.

Y ahora qué, dónde encontraré tus abrazos.
Qué importa eso. Los míos no fueron mejores que otros.
Él no la desmiente, herido, consciente de pronto de que en verdad,
eran totalmente diferentes.

Se abrazará a un olvido esquivo, mientras ella apenas recuerda su rostro,
bailando con el fuego de otros hombres, otros rostros.
Y continuará su juego, el que él fue incapaz de entender, quizá ella también lo sea.

El tiempo jugará sus cartas y apenas quedará un murmullo del amor ficticio.
Uno de los dos se irá consumiendo, como una vela moribunda, con sus capas más profundas sangrando veneno y el otro seguirá sin detenerse, ni enseñar esas capas a nadie.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Fallabas -Cintadecorrer



Esta vez mi música se deja sorprender
por tu adiós ensayado una y otra vez.
Tú no decías nada y yo moría al saber

Que despegar implicaba un golpe al volver,
que aún no estabas lista para rehacer
los trozos de mi alma repartidos por tu piel.

"Quédate al menos hasta saber dónde irás,
al menos hasta encontrar el lugar
donde olvidar quién fuiste y quién serás..."

Los muertos se iban de fiesta.
Atardecer color magenta.
La luna brillaba tan llena
como tú de viejas promesas.

Los coches, los rostros, las tiendas
grabados a fuego en mi pena.
Las nubes lloraban sinceras.
La lluvia arrastraba la tierra.

Nada más se supo de aquel bar
donde dejaste un vaso a medio acabar
o a medio llenar...

No supe cómo convencerte de que al marchar
mil monstruos ocuparían tu lugar
haciéndome imposible continuar.

Te miré como quien mira a un cuadro que no entiende
y musite algo así como que estaba bien,
y no lo estaba.

Los muertos se iban de fiesta.
Atardecer color magenta.
La luna brillaba tan llena
como tú de viejas promesas.

Los coches, los rostros, las tiendas
grabados a fuego en mi pena.
Las nubes lloraban sinceras.
La lluvia arrastraba la tierra.

No quise decirte que fallabas
al pensar que habría algo mejor
que un mundo en el que estábamos juntos,
pero fallabas.

No quise decirte que fallabas
al pensar que habría algo mejor
que un mundo en el que estábamos juntos,
pero fallabas.

Pero fallabas.
Pero fallabas.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Lo siento

No sabes cuánto lo siento. Odio hacer malabares con tus ilusiones, odio arrastrar el ancla del pasado.Me siento incapaz de cicatrizar viejas heridas,esas que a ti te faltan.
La vida se ha portado bien contigo y no puedo ser yo quien quiebre el cristal de tus sueños.
Hay un momento, quizá algún día lo entiendas, en el que se cambia para siempre. Cuando recojas todas tus ilusiones, las recuentes e inviertas en alguien y ese alguien te falle, te perderá la vida. No te reconocerás. Perderás algo que creías intrínseco y el mundo irá perdiendo color y luz paulatinamente. Odiaría ser yo quien te robe el brillo de los ojos, el mismo que un día tuve, ese que empiezo a extrañar y temo no volverá. Te quedan muchas mañanas. Muchos besos. Y personas que sabrán arrancarte sonrisas mejor de lo que yo haré jamás.
El mundo sería mejor si hubiera más personas como tú, sin malicia, enteras, pero ya lo sabes, predominan los cabrones, selección natural...
Nada más. No quiero entretenerte más tiempo. Aun queda tanto por vivir... Estoy seguro de que serás enormemente feliz, y encontrarás esa felicidad mucho más facilmente de lo que otros lo haremos. De hecho, probablemente la merezcas más.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Hola, me acuerdo de ti.

-Hola, ¿te acuerdas de mi? Solías decirme te quiero.
-Verás, tu rostro y tu voz los recuerdo.
Tu nombre aún juguetea en mi garganta.
Trago saliva antes de intentar abordarlo.
Sobre lo de decirte o no decirte palabras imprecisas,
para qué caer en términos difusos.
Lo dije más veces de lo que debía,
más por vicio que por deleite.
De hecho, eran innecesarias del todo.
Sabías leerme los sentimientos como dices
que yo suelo hacer con la gente.
De hecho nunca dejé de decirte te quiero:
Tú dejaste de oírlo.
Aun lo digo cuando vuelves la cabeza,
o pareces no escucharme.
Se me caen solas las palabras
cuando me puede la rutina,
los monstruos del armario,
y la sístole y diástole arrítmicas
sin tu aliento.
Se me caen acompañadas de suspiros,
de rezos sin destinatario,
de quejas quedas y tímidas,
que en ocasiones - el tedio a veces me puede-
se convierten en las más terribles maldiciones.
Ya sabes, amor, que sigo trazando mi camino.
Que evito curvas innecesarias, como algún día me aconsejaste.
Pero los trazos rectos anulan la emoción de la duda,
con la certeza de que ya no te veré al doblar la esquina.
A veces cuando la noche se desploma y vuelvo cansado,
pensando que aún debo cambiar las cuerdas de la guitarra
y terminar dos o tres trabajos,
en el camino desde la escuela de música a mi casa
sigues apareciéndote paseando algún perro,
empujando un carrito, o conduciendo un mini.
Me saludas al pasar junto al paso de cebra,
donde los resquicios entre líneas blancas se me antojan precipicios.
Entonces pestañeo y tu rostro se descompone en el de otra persona,
acaso conocida, probablemente nueva.
Resuelvo, entre bostezos, que el día ya ha cesado en su empeño
de ayudarme a soportar la ausencia,
y corro deprisa a casa,
olvido los trabajos y la guitarra
y me aferro a las sábanas.
Es entonces, antes de cruzar el umbral de los sueños,
cuando invoco tu nombre - que juguetea en mi garganta-
trago saliva, y te digo repetidas veces.
Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero.
Pero claro, tú no puedes oírlo.
Al menos me queda la certeza de que aun me lees los sentimientos
a pesar de la distancia y el tiempo perdido,
porque amar a una persona es como andar en bici.
Nunca se olvida.

martes, 1 de noviembre de 2011

Guardar tu recuerdo

Lo he pensado bien.
Voy a borrar todo lo malo que hiciste,
me arrancaré los cristales,
la daga de entre las costillas,
y guardaré tu recuerdo,
a buen resguardo
entre algodones.

Así, cuando quiera quitarme de en medio,
tirite de hastío o me duela el espejo,
rebuscaré dentro de mi,
desempolvaré tu recuerdo,
inspiraré fuerte y me purgaré las lágrimas.

¿Recuerdas cuando te susurraba aquella canción?
Has de saber cada nueva mañana que un tipo a menudo
piensa en ti y sonríe aunque quizá no sean sus días más felices...

Así serás mi ángel de nuevo. Ahorcaré las ganas de volver a verte.
Arañaré el añoro hasta que sangre.
Borraré tu número de teléfono,
olvidaré donde vives,
dejaré de encallar en tu muro.

Solo dejaré vivo el recuerdo de tu rostro,
tu sonrisa al besarme,
tus ojos brillando,
y todos los momentos.

La pérgola, el andamio, las clases sentado a tu lado,
el libro de Neruda, las primeras canciones,
besarte en los recreos, sufrir sin hablarnos,
la lluvia de verano, la burbuja de humo,
el miedo en mis labios, apaga la luz,
tus dedos jodidos, manantial de lágrimas,
las noches hablando cuando debíamos estudiar, apriétame fuerte,
el beso de despedida, el reencuentro, los reproches,
la sal en la herida, la sal en el cuello, la razón de los besos,
los regalos, la sorpresa en tus ojos, el adiós en la niebla...

Que nunca nadie borre lo que fuimos.
Que nunca nadie me borre tu recuerdo.

lunes, 31 de octubre de 2011

La noche en la que matamos monstruos

Bombeaba nuestro corazón sangre y alcohol a partes iguales.
Las calles se emborronaban y nuestros fantasmas se hacían más nítidos.
No recuerdo de qué hablábamos. No trasciende.
El alba amenazaba con llegar y privarnos de nuestro reino, las sombras.
El reino de Tristán e Isolde. El crepúsculo que tiñe las emociones de sangre.
El cacareo desconsiderado, que amenaza la vuelta de la rutina,
que me vuelve cansado como al emerger de la lectura.
Como el eco de los últimos compases.
Te puse otros nombres, otros rostros, otros besos.
Y caí absorto y rendido en una espiral en la que no se veía fin.
En el sortilegio de la improvisación, en un mar picado de dudas
donde Ulises hubiera encallado como lo hicieron nuestros corazones.

sábado, 29 de octubre de 2011

Cuando aún no te conocia

Cuando aún no te conocía era un roble
travieso y juguetón
que vagaba sin raíces ni nombre.
Te escribí aun antes de verte,
te hablaba en sueños,
pero como tú no me esperabas con la misma ansiedad
no encontrabas mi frecuencia.
Por la noche un ratiro, tres veces a la semana,
te llamaba y te llamaba pero a tú no esperabas a nadie,
s
buscabas calor en brazos ajenos sin pensar en futuros ni quimeras.

martes, 25 de octubre de 2011

Doña Ana

Doña Ana caminaba a duras penas, torciéndose sobre el maldito taca-taca y apoyándose en el brazo de Rosi, aquella joven colombiana que los traidores de sus hijos le habían colocado sin preguntar. Muy a su pesar, y mira que desde el principio había intentando dejar clara su enemistad y rechazo, Rosi se había ido ganando paulatinamente su confianza y aprecio. Había llegado a un punto en el que no recordaba la vida sin ella. Dormía en el cuarto de al lado. Por la mañana, muy pronto, le ayudaba a levantarse. Por la noche, le regañaba cuando se negaba a acostarse. Era su ángel de la guarda. A veces sentía lástima por ella. Estaba desperdiciando su preciosa juventud velando por una decrépita anciana que contaba los días que le quedaban con los dedos de la mano.

Ayer me las encontré. Las saludé cuando pasaron frente a mi portal. Un hombre que balbuceaba con dificultad el castellano, las abordó y comenzó a explicarles que no tenía con qué alimentar a sus hijos. Esperé en el portal, aguardando, por si acaso debía intervenir, jugueteando con las llaves.
Doña Ana siempre ha sido un poco tacaña, y con el tiempo ha olvidado el tiempo en que sufría para sobrevivir. Casi le da un vuelco al corazón cuando Rosi ha buscado en el fondo del bolso y le ha dado una generosa limosna al hombre.

- Madre de Dios... ¿Sabes que ese es mi dinero? Yo te lo doy para que vivas bien, porque te preocupas de mi y me cuidas. No para que te dejes engañar y lo repartas a vagos y maleantes.

Rosi ha sonreído y le ha contestado con su voz alegre y dulzona, como si hablara con un niño.
-No se enoje, Doña Ana... ¿No ve que ese hombre no encontró la oportunidad que yo tuve cuando la conocí? Yo también tengo un niño chico, allá en Colombia. Y todos los días doy gracias al cielo porque sus hijos me dieran la oportunidad de mandarle todos los meses parte de mi jornal. Dios quiera que pronto pueda traerlo aquí conmigo. Seguro que se llevan bien.

Doña Ana se ha quedado sin palabras, como yo. Ha vuelto a aferrarse al taca-taca, torcida como si la acera bailara con ella. Y en su silencio, he comprendido que pensaba que aquella jovencita de luz en los ojos, aún podía enseñar muchas cosas a una mujer que, a pesar de sus 90 años, todavía no lo ha visto todo.
Por un momento, Doña Ana se me ha antojado más joven y, Rosi, la más sabia de las mujeres.

lunes, 24 de octubre de 2011

El mundo volverá a tenernos miedo

Mira si tienes magia, que ya ves,
con tres palabras ya me devuelves a mi órbita
de noches de desvelos escribiéndole a las sombras.

Ha sido tu rostro lo último que he visto antes de despertar,
y la certeza de extrañarte tanto, y lo lejana que parecías en sueños,
lo que me ha echo abrir los ojos, empapado en sudor, entre jadeos.

Despertar sería un alivio si encontrara tu sonrisa a mi lado.
Si me dijeras "yo con un peta duermo mejor" y me sellaras los labios
y los residuos de miedo con un beso, me reconciliaría con la noche.

Siento no entrar en tu maleta ni en tus planes.
Otrora cometí el fallo de tratar de olvidarte.
Ahora simplemente me castigo por estar aquí escribiendo a oscuras
cuando podría estar hablando contigo.

Si bien menos lejos de lo que sentimos,
no te tengo a mi lado diciendo que con un peta duermes mejor
ni cerrando más postigos que los de la esperanza.

Nunca más volveré a ser el mismo.
Me enseñaste a saber mirar, a escribir.
Convertiste mi sarcasmo en ironía y pusiste metas a mi vida.
Me dejaste amar, entera y llanamente.

Me enseñaste también el dolor y el insomnio.
El saberse perdido y vacío.
El perder la razón.

Pero no sé. Me encanta pensar que el mundo tiende al desequilibrio
cuando estamos lejos. Que la mano invisible si irrita si ve
que somos más cabezotas que la razón misma.
Y sonrío al pasar por las paradas en las que perdí el bus adrede,
rebañando el plato de tus besos.

A ti no te da por escribir. Eres más de contar los segundos que tarda
el semáforo de Zabalburu en cambiar de color. ¿Eran ... 22+16... 38?
Tú lo cuentas en segundos. Yo en el grado de deseo de que cambie.

Nos llegarán nuevas mañanas y el mundo volverá a tener miedo de nosotros.
Esta noche repleta de estrellas es un buen augurio.

Mira si tienes magia, que ya ves,
con tres palabras ya me devuelves a mi órbita
de noches de desvelos escribiéndole a las sombras.

Ha sido tu rostro lo último que he visto antes de despertar,
y la certeza de extrañarte tanto, y lo lejana que parecías en sueños,
lo que me ha echo abrir los ojos, empapado en sudor, entre jadeos.

Despertar sería un alivio si encontrara tu sonrisa a mi lado.
Si me dijeras "yo con un peta duermo mejor" y me sellaras los labios
y los residuos de miedo con un beso, me reconciliaría con la noche.

Siento no entrar en tu maleta ni en tus planes.
Otrora cometí el fallo de tratar de olvidarte.
Ahora simplemente me castigo por estar aquí escribiendo a oscuras
cuando podría estar hablando contigo.

Lo malo es que no estás aquí. Si bien menos lejos de lo que sentimos,
no te tengo a mi lado diciendo que con un peta duermes mejor.

A ti no te da por escribir. Eres más de contar los segundos que tarda
el semáforo de Zabalburu en cambiar de color. ¿Eran 43?

domingo, 23 de octubre de 2011

El guitarrista de mis esperas

Cada vez que acordábamos encontrarnos
yo llegaba al lugar de costumbre casi una hora antes.
Tenía un sabor dulce la espera de tus labios salados.
Tenía un regusto a felicidad esa espera emocionada,
la sonrisa de bobalicón y el deambular desenfadado
recorriendo en círculos la razón de mi alegría.
Siempre hacía lo mismo. Echaba una moneda
al guitarrista extranjero que soportaba el frío.
Más torpe que virtuoso, sus fallos no me importaban.
Apenas reparaba en la música.
Era un cómplice de mi espera y compartía mi felicidad con él.
De vez en cuando le comentaba alguna cosa y el me sonreía,
contento de que alguien apreciara sus inquietudes.
De vez en cuando miraba los escaparates.
Todo me parecía maravilloso en aquella lenta apertura de plano
que esperaba a que aparecieras en escena.
Siempre clavo la mirada en el suelo pero en aquellas tardes
solía mirar hacia arriba y contemplaba los balcones
de aquel Bilbao prieto y desordenado de las siete calles.
Todo parecía nuevo. Todo más vivo.
Los rostros de la gente se me insinuaban más amables.
La noche se desplomaba sobre nosotros cuando al fin doblabas la esquina.
Hablábamos de todo y de nada. Bebíamos del otro como si el mundo
empezara a derrumbarse en aquel café, y yo me maravillaba
de lo feliz que era a tu lado. Peleaba contigo para cogerte de la mano.
Tú nunca me dejabas.
He aprendido a volver a pasar por aquella esquina.
Ya no suelto lágrima alguna. Te lo prometo.
Le sigo echando monedas al guitarrista, que últimamente se esfuerza
en recordar de qué le suena mi rostro. En vano.
Me falta el brillo en la mirada, el deambular alegre y la sonrisa bobalicona,
del tiempo en el que intercambiábamos cumplidos.
Ahora mi mirada se parece más a la suya. Rasposa y agria.
Ya han caído sobre mi espalda muchas noches.
Ya he aguantado el frío sin tus abrazos.
Y ahora, que estoy tan lejos de ti, me siento infinitamente cerca
de ese guitarrista que soporta al frío,
más torpe que virtuoso.
Ahora, reparo más en sus fallos.

jueves, 20 de octubre de 2011

Desvaríos numéricos

Aproximadamente 743.000.000 resultados y en ninguno nuestros nombres
Todos ellos escupidos en 0,17 segundos.
Qué irónico.
Busco residuos de lo que fuimos en cada página.
Desentraño los misterios de todas ellas.
Las estudio incansablemente para convencerme de que la vida merece la pena.
De que aún quedan verdades.
El mundo tiene 6.950.000.000 personas y Google no encuentra amor para 6.207.000.000.
Ahora parece menos fácil encontrarte, entre este mar de datos.
Ahora entiendo que tú y yo no fuimos más que un ensayo que acabó en error,
para este mundo perfecto que es capaz de encontrar, en 0,17 segundos, 743.000.000 resultados para la palabra amor,
cuando nosotros necesitamos de una vida para encontrar uno solo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Tensión creciente

Soy un fiel admirador de la tensión creciente.
Me gustan las canciones largas que empiezan con un hilo de voz o un piano ronco. Que los instrumentos se incorporen gradualmente. Que el volumen y la intensidad crezcan y que todo se desborde en un final apoteósico.
Adoro las películas que comienzan ofreciendo pinceladas de la trama y te mantienen aturdido hasta un desenlace en que todo cobra sentido y la verdad te golpea.
Me gustan las personas con tensión creciente. Me gusta tardar en conocer cómo son de verdad, sobre todo si lo que me espera al bucear merece la pena. Me gustan las sonrisas irónicas, las miradas que te invitan a seguir buscando, la ironía y la mordacidad.
Me gusta que lo primero que veas de una persona sea lo malo. Lo malo suele ser lo que más atrae. Lo bueno es lo que te atrapa, lo que acaba por atarte. Pero sin misterio lo bueno suele presentarse como algo aburrido, frío.

Así que cuando vengas, enséñame solo lo malo. Atrápame. Trabaja la trama, ayúdame a seguir adelante. Dame pistas de vez en cuando de que el final del trayecto merece la pena. Emite destellos primero. Que el fulgor final no sea una sorpresa para mí.
Y cuando parezca que empiezo a rendirme, zas, despliega tu mano y enseña las cartas. No espero escaleras de color. Solo sorpresas.

martes, 18 de octubre de 2011

Ave de paso

He de partir ya.
Se acerca el frío.
Ya casi no recuerdo
como era volar.

Dejé de migrar cuando encontré
calor a tu lado. ¿Recuerdas?
Anidaba bajo tu ala.
Me susurrabas mentiras
y, mientras alimentabas mi esperanza,
te iba dando mi corazón poco a poco.

Así pasaba los inviernos.
Guareciéndome del frío en tu amor
me volví torpe.
Mis garras se desafilaron,
mi pico creció curvo
amenazando mi garganta.
Mis alas empequeñecieron
y mi cuerpo dejó de estar cubierto
de aquel plumaje blanco y tupido
que hace algún tiempo desafiaba al sol.

Hoy retomo el viaje de nuevo.
Deambulo torpe por el nido que dejaste.
Me arrimo al borde y miro con miedo
las ramas de este árbol que empieza a desnudarse.
El suelo y el horizonte.
Un horizonte que es distinto sin ti.
Más grande, amenazador.

Veo colinas, saltos de agua y tramposos.
Madre me besa en la puerta.
Mi abuela llora.
Haz en el nombre del padre
y piensa mucho en nosotros.

Desplego las alas.
Raquíticas. Apenas una sombra de lo que fueron.
Cuando llegue el verano,
estaré de vuelta.
Con las alas grandes
y el miedo curado.

domingo, 16 de octubre de 2011

El trato

- Ni siquiera me has preguntado por qué te besé.
- No...
- ¿No tienes curiosidad?
- Bueno, es más bonito preguntarlo ahora que te tengo delante.
- Claro
- Bueno... y ¿por qué?
- ¿Por qué te besé?
-Sí
-Ya sabes que no me gusta hablar de esas cosas. Me da mucha vergüenza...
- ¡Joder! ¿Y entonces a qué ha venido todo esto?
- Bueno, ya sabes que me gusta volverte loco.
- Escúchame, hagamos un trato. Imagina que ahora nos besamos. La razón del primer beso dejaría de tener importancia. Ahora lo tendría el último beso.
- ¿Y qué razón tendría este último beso?
- Yo te la preguntaría y tu seguirías sin poder contestarme. Pero imagina que cuando descubrir la causa de este segundo beso sea de imperiosa urgencia, nos diéramos un tercer beso, y después un cuarto, y un quinto. ¿Lo ves? Así en ningún momento tendremos que dar respuesta al primer beso. Pospondríamos la respuesta y convertiríamos el proceso en rutina.
- Pero seguiríamos sin tener respuestas. ¿Qué ganaría yo con eso?
- ¿Tú? Ni idea... Yo un montón de besos...
- De acuerdo. Trato hecho.

Madrugada

Hoy cuando volvía a casa
sin más tráfico que el camión de la basura
ni más banda sonora que el aullido de los perros
una pareja de muertos se aplicaba sal en las heridas.

No entendí la discusión
ni el por qué del amor muerto.
Un hombre chapoteaba en vino en un portal,
perdido y solo, y murmuraba sortilegios.

Le he ayudado a levantarse y me ha gritado
cosas en un idioma ajeno.
Entonces el hombre muerto a golpeado a la mujer muerta
y mi corazón ha sangrado un poco.

Una puta me ha hablado y la he mirado con tristeza.
Un anciano rebuscaba en los contenedores
ecos de un pasado glorioso.
He escuchado su historia:
hablaba de mujeres y fiesta.

Cruzando el puente he oído ronquidos flotar desde abajo.
Olía a muerte y miedo, a espera eterna.
Me he dicho ¡no llores!
y he seguido caminando.

Dos hombres sostenían a una mujer, ella gritaba,
pero en la calle sólo estaba yo,
y ni siquiera eso.

Me ha llegado el calor de una panadería,
cuatro gatos viejos han cruzado la calzada,
un hombre ha saltado desde un quinto piso
y el periódico me ha manchado
los dedos de muerte y tragedia.

Me he metido en la cama,
abrazando a los sueños
pero ni ellos me calmaban.
Y sentado en la cama,
tiritando y descompuesto,
he esperado despierto
a que llegara la mañana.

viernes, 14 de octubre de 2011

Quique González y Kirmen Uribe en la semana de la poesía.

Noche mágica la de ayer. No había mejor forma de inaugurar la semana de la poesía bilbaína.
Cuando dos genios se juntan no saben hacer otra cosa que genialidades.
Quique a la guitarra y Kirmen empuñando versos, en una sala pequeña, recogida, intimista.
Sin bambalinas, los artistas tuvieron que recorrer la sala desde la parte trasera, aproximándose al escenario, con un coro de susurros predeciéndoles.
Pisaron las tablas y la sala les ovacionó, aplauso prematuro de lo que posteriormente sería el recital.
Poesía, música y magia. Misma palabra con diferentes matices. La guitarra de Quique estremeciéndose complementó a la perfección a la voz dulce, pausada y distante de un Kirmen Uribe de ojos destelleantes y sonrisa perenne que se pasó todo el recital diseccionando los rostros del público.
Recitó poemas que yo ya había leído, algunos tantas veces que mis labios se movían al compás de los versos. Relató historias de su libro Bilbao-New York-Bilbao, alguna de las cuales ya recaló en el blog hace algún tiempo.
Quique brilló igual que siempre. Apretando el rostro en los agudos que siempre bailan en su timbre único. Mis labios tampoco pudieron descansar con él. Cantó "Algo me aleja de ti" y no pude salvo emocionarme. Hasta los ángeles de la cúpula de la biblioteca, de temática barroca, parecían escuchar con atención y estremecerse.
Luego llegaron inéditos y haikus, y el verso libre parecía aún más vivo.
A veces viene bien entrar durante una hora en un mundo de magia, olvidarnos de que estamos vivos por un segundo, y dejarnos acariciar por el arte y el genio.
Sólo faltabas tú, a mi lado.


No puedo elegir

entre el Mar y la Tierra.

Vivo feliz en la línea que las une.

En esta cinta negra que mueve el viento.

En este largo cabello de un gigante desorientado.

Del Mar me gusta sobre todo su corazón de niño grande.

A veces rabioso, a veces capaz de dibujar

paisajes imposibles.

De la Tierra, sus manos.

No puedo elegir

entre el Mar y la Tierra.

Sé que mi lugar es un hilo fino,

pero en el mar me perdería

y en la Tierra me ahogo.


No puedo elegir, me quedo aquí.

Entre olas verdes y montañas azules.

martes, 11 de octubre de 2011

Final sin beso

Preparaba cada día las palabras que le diría.Las repasaba en su mente. Con cautela.
Siempre eran las mismas pero fluían de forma atropellada por su cabeza, cada día en un orden distinto, cada día de forma más desordenada.
Le costaba asimilar que la milésima de segundo que la veía tras la ventana de su autobús, con la carpeta de la universidad pegada al pecho, jugando con el pelo mientras hablaba con sus amigas, era el único remanso que el atribulado pasar de los días le concedía.
Quería decirle que el día que la vio con sus ojos anegados en lágrimas, melancólica, masticando el luto de un amor empantanado que se obstinaba en no alcanzar la superficie, él quiso abrazarla.
Quiso hablarle de amores imposibles, del destino, de futuro y promesas...
Sin embargo, el miedo a nuevos fracasos le ahogó la voz y la esperanza. Otro día, se dijo, y como siempre, pospuso el momento a un recóndito e ínfimo lugar del incierto futuro.
Así pasaban los días. Ella feliz, ajena a luchas de sentimientos, él tragando palabras. Ella radiante y luminosa, envuelta en su aureola de perfecta armonía, él, triste y vencido, pintando los días de tonalidades de grises que mezclaba por las noches.
Un día como otro cualquiera, en el momento en que él pensaba remontar la tristeza con su remanso de felicidad, la vio, radiante como siempre, en la parada de autobús.
Ese día sus amigas no estaban. Ni la carpeta en el pecho. Y su sonrisa era otra.
Sus dedos jugaban, pero rizando el cabello de otro muchacho al que nuestro protagonista no conocía.
Y en el momento del beso, en el momento en el que la película de los dos enamorados acababa en un perfecto The End, la de nuestro hombre terminaba abrubtamente, relegado a una película distinta. Un personaje de cierre inverso y una sombra en la retina.
Nuestra película moría sin beso.

domingo, 9 de octubre de 2011

Tonterías

Hay un gato en el tejado.
En mi corazón, una lluvia
de violines desafinados.
Una esfera de luces
que no conseguimos descifrar
nos quita el sueño.

Un trémolo de piano
se posa en tu sonrisa.
Otra espinita en mi corazón,
que al tiempo le costará arrancar.
Otro verano perdido,
otro invierno durmiendo junto al árbol,
esperando que alguien deje ahí tus besos.

A veces me recuerdas a las mujeres que amaba.
Me gustaría encontrar tu llave,
me gustaría susurrarte mentiras y abrirte el corazón,
pero tengo aún el puño cerrado,
la mirada ronca y la sonrisa ajena.

Cada noche que regreso a casa
sin tus abrazos acompañándome
maldigo a la mala suerte,
a la pena consejera, al mal agüero,
que me piden olvidarte.

Pero siento la necesidad de anclarme a ti,
de buscar la banda sonora de nuestros besos,
de hilar historias, de trenzar la trama.
A veces juego con dos lápices
a dibujar caminos imposibles
y siempre se juntan.

Empiezas a ser tema invariable en mis escritos,
recurso al que recurro irremediablemente
y en ti solo el primer verso es difícil,
solo la primera certeza,
porque después se desborda un manantial
de sentimientos,
una miríada de emociones.

Quiero entrar en los sueños de alguien
y, mi vida, tienes la mirada de soñadora
más tierna que jamás he visto.
Piensas que soy lo que ves.
El caparazón de púas que se erizan,
que con el tiempo y los golpes se ha hecho perenne.

Pero la pena es caduca y las ganas de amar
siempre vuelven,
como el trémolo de tu risa,
como la espinita en mi corazón,
como la lluvia de violines
y el gato triste en el tejado.

viernes, 7 de octubre de 2011

jueves, 6 de octubre de 2011

Hola mundo

Hola mundo, te hablo desde mi ventana, que cada vez es más pequeña, como el vaho que la maquilla cada vez más espeso.
No voy a increparte a preguntas ni echarte la bronca por tus malas pasadas, como acostumbro. Sólo quería sentirme parte de ti, un ratito, de nuevo.
Últimamente cada día es verbena a la que no me siento invitado. El invierno se acerca y tú sabes bien que el clima hace más intensa mi tristeza.
Me pinto de verde esperanza pero no soy capaz de engañar a nadie. Lanzo al aire promesas, dejar de buscar la felicidad, encontrarla. Pero a medida que crezco soy más pequeño. El horizonte se aleja y mi miopía aumenta. El mundo en el que habitan mis sentimientos se estrecha cada vez más.
Siento una especie de claustrofobia emocional, no se si existirá un término médico que la describa.
Me siento un juguete de las olas, un barco sin destino ni travesía, que espera tocar tierra en cualquier isla perdida y poder descansar.
Escribiéndole al mundo, sin esperar respuesta.

sábado, 1 de octubre de 2011

Honey or tar

Conecta el ritmo a tus pies
Aprieta y muévete fuerte
Ahora no hay que pensar
Ahora... ahora...
Se rompe el mundo a tus pies
Aprieta y muévete fuerte.
Ahora no hay que pensar
Ahora... ahora...


Nunca hubiera pensado que iba a escuchar esta canción aquí. Probablemente, solo se esté reproduciendo en mi cabeza. Debo estar bailando algo diferente al resto. Mejor así.

No dejas de mirarme. Me ruborizo y bebo. Mastico palabras con alguien a mi lado. Te vuelvo a mirar y ahora sonríes. La pista es tuya. Nadie baila tan bien como tú, y tu sonrisa se hace más grande. Ríes a carcajadas cuando un chico te toca el brazo desnudo y te susurra algo al oído. Sabes que me muero de celos.

Te acercas, me das la mano y pones esa cara de loca que echa atrás a los demás tíos y a mi me vuelve loco. A la gente le asusta ver que eres diferente. A mí me encanta.
Pareces cansada. Te dejas caer sobre mí. Reclamas mis abrazos. Ojalá tuviera alas para llevarte.

Encienden la niebla. La canción afronta el puente, ese resquicio de melodía en el que vivo. Juntas mucho tu cara a la mía. Pones mis manos en tus caderas.

La noche es nuestra.
Conecta el ritmo a tus pies
Aprieta y muévete fuerte
Ahora no hay que pensar
Ahora... ahora...
Se rompe el mundo a tus pies
Aprieta y muévete fuerte.
Ahora no hay que pensar
Ahora... ahora...


Ése es ya tu cuarto cubata de la noch

viernes, 30 de septiembre de 2011

Terapia (avalancha de pensamientos)

Hoy te he leído.
Veo que sigues como siempre.
Sin poder parar la hemorragia de sentimientos,
sin saber parar las lágrimas.
Con tantas dudas como preguntas
tiene el mundo,
con el sueño negado
y la violencia en vena.

He sentido furia.
Para qué mentirte ahora que no hablamos.
Tu amor parece una plantilla diseñada
para tatuar nombres sobre él.
Una vez fue el mío.
Hoy apenas lo recuerdas.

¿Cómo un adiós puede ser tan frío?
¿Cómo un portazo tan estridente?
¿Por qué suenan tan alto tus lágrimas
devorando el asfalto?

Quiero no pensar en ti.
Quiero olvidarte
con la frialdad con la que tú lo haces.
Levantar los hombros
cuando me propongan no verte más.
Cambiarte por nuevas caras
que me cubren de halagos y otras mentiras
como tú lo hiciste un día.

Quiero ser egoísta. Como tú.
Pensar sólo en mi.
No buscarte, no leerte.
No mirarte.
Despertar de madrugada y pensarte
es perder los nervios de nuevo.

Yo te hubiera llamado aquel día.
Tantas promesas... tantas mentiras...

Yo te hubiera llamado aquel día...

jueves, 29 de septiembre de 2011

Días malos

Cada vez que veas la puerta entornada, pasa.
Si me ves taciturno, sombrío,
nunca pienses que estoy sacando polvo a las dudas.
Habrá sido un día malo, habré gritado a los espejos.

Si me pone nervioso hasta la música del microondas
avisándonos de que la comida está hecha,
y te contesto monocorde, contando las palabras,
no pienses que no te quiero.

Tengo días de balance,
en los que recuento derrotas y falsas victorias
y casi siempre resulto vencido.

Por eso, cada cierto tiempo una vez,
me envuelvo en mi cáscara de tristeza
y me escondo en un universo
que es mucho más pequeño que el tuyo.

Es entonces cuando no debes dudar de mí,
y no me dejes solo, aunque te lo pida.
Tan solo abrázame, deja que el silencio
cure las heridas y que me abrigue en tu infinita comprensión.
Después quédate, déjame oírte respirar fuerte.

Y dime que me quieres cuando el sueño me venza.

domingo, 25 de septiembre de 2011

De adioses que duelen

Ya se fue aquella dulce espera.
Acabó el tiempo en el que el teléfono
rugía en la mesilla tu nombre,
y hablábamos a cada segundo.

La tristeza se dilata al ver las fotografías
que no pude quemar.
Tu risa revolotea y ridiculiza aún más mi dolor.

Qué bueno que me olvidaste. Qué bueno.
Me siento imbécil vistiéndome en mentiras que no son mías.
Y busco en tu mirada que me encuentra esa complicidad añeja
que los años se llevaron.

Nos ponemos al día. Siento que vences, como siempre.
El don de olvidar es el tuyo, el mío, nadar a contracorriente
entre recuerdos.

Lo peor el nudo en la garganta, las ganas de llorar, cuando hablamos
y hablamos y aparecen destellos del pasado.
Pero ahora están oxidados. Tristes.

O cuando nos quedamos callados sin saber qué decir,
buscando esperanza en los ojos del otro
y a ti te tiembla la cucharilla entre los dedos.

Sigues igual. Incapaz de esperar a que el café se enfríe.
Te quemas los labios.
Pero hoy, será otro quien los alivie.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Qué bueno despertarte

Aquí está tu café.
Qué bueno despertarte
y ver la mañana cruzando por tus ojos.
Tienes mi corazón rizándose en tus pestañas
y la arruga de mi almohada marcada en tu mejilla.

No me chilles.
Ya te dije que la taza quemaba.
Siempre con prisas.
¿No ves que el día es nuestro?
Podemos saborearlo,
dejar que nos recorra
como el humo del cigarro que ahora exhalas.

No, no hay cenicero en casa.
Nadie fuma.
Así que mejor sal al balcón.
Pero vístete antes.
¿Celos? ¿Yo?
Más bien pensaba en los vecinos.
No quiero que nos llenen el patio de babas.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Hola-

Hola.
Hace poco que nos conocemos. No soy bueno contando mentiras ni escribiendo palabras que acaben en saco roto. Por eso voy a ahorrarte escuchar que te conozco como si siempre hubieras estado a mi lado, como si siempre me hubieras faltado.
Pero sí te puedo decir que siento que quiero conocerte, desvelar tus misterios, lanzarme al vacío de tus ojos negros. Y que me falta algo. No sé si siempre me ha faltado pero ahora reparo en ello. No sé si eres tú... No sé nada. Pero nunca arriesgo. He hecho muy pocas apuestas en mi vida.
Así que esta nota es para avisarte. Avisarte de que eres mi próxima apuesta, quizá la primera.

Ahora debería venderme pero no sé nada sobre eso. Acabo de empezar a dar clases de marketing y me siento el tipo más idiota del mundo. No tengo alas para llevarte, ni nada especial que pueda enamorar a nadie. No he sido capaz de retener nunca a nadie a mi lado y mira que lo he intentado... ¿Cosas buenas? Mmmm.... Tuve un corazón bastante grande pero sólo puedo entregarte los trocitos que quedan. Quién sabe... Quizá sepas hacer algo con ello.
Nada más. Espero volver a escribirte. Aunque no me leas.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Viejo

La decrépita silla en la que solía balancearse cada tarde llevaba en su porche más de cuarenta años.
El viejo, excéntrico y senil según la gente del pueblo, dedicaba las tardes a mirar la vasta extensión de tierra que se extendía desde su parcela.
Algunos días tallaba piezas de madera que no dejaba ver a nadie. Otros, la mayoría, no hacía nada salvo observar el descenso del sol.
Las malas lenguas decían que ya no quedaba nada de lucidez en su cabeza, ni nada de piedad en su corazón. Pero él no estaba al tanto de lo que los demás hablaban. Hacía años que no conversaba con nadie.
Desde que su esposa había muerto, la única compañía que el viejo soportaba era la de su perro, un Golden Retriever que parecía tener más años que la llanura misma.
Reinaba en la casa un escrupuloso silencio. El perro ladró mucho, sobre todo tras la muerte de Maggie, antes de que el viejo aceptara que debía retomar las riendas de su vida y cuidar a su único amigo, tarea que le resultó más fácil que la de cuidarse a sí mismo. Sin embargo, a medida que la melancolía invadía el corazón del viejo, toda la casa se impregnó de esa sensación de tristeza y derrota, y el mismo perro pareció compartirla, pues hacía años que no ladraba ni una sola vez.
Así, juntos, los dos viejos amigos recordaban cada tarde tiempos mejores, esperando que la muerte, con su gélido abrazo, les llevara de nuevo con aquella luz a la que entregaron su vida.

sábado, 17 de septiembre de 2011

No hay segundero

Tic, tac, tic, tac...
¿Lo oyes? No hay segundero. No existe. Es el cronómetro de tu remordimiento que sabe que el tiempo se escurre entre tus dedos. No sabes como evitarlo. No puedes pararlo.
Tu vida es como un casurrel de luces. Si echas la vista atrás reconoces rostros, momentos, lugares... Después buceas y no hay nada. Profundizas más hondo. Todo es vacío.
Entonces, un fantasma se agarra a tu garganta. Y sientes el miedo y la claustrofobia.
La duda te alcanza.
¿Eres lo que imaginabas cuando aprendiste a gatear y soñar?
Permíteme responderte. Si hubieras visto esto cuando soñabas con un futuro perfecto, habrías vivido temiendo el paso del tiempo.
Sin embargo, sigues metiendo prisa a los días.
¿Seguro que no temes al futuro?
Tic, tac... No hay segundero

viernes, 16 de septiembre de 2011

Me siento raro

Ya no me quema tu nombre.
Ya no lo lloro al oírlo en programas desconsiderados,
en bocas ingenuas.
No bebo para olvidarte sino para olvidar
mi triste posición.
La triste certeza de no tener qué olvidar.
Escribo cada vez menos
como si me hubieran apagado.
Como si el látigo de pasiones que me atormentaba
se hubiera dormido
con el tono menor de tu despedida.
Echo de menos los motivos.
Las dudas.
Las certezas.
Extraño los cirros que me nublaban la mente y me hacían perderme en cavilaciones sin fin.
No quiero ver más parejas abrazadas.
No quiero ver despedidas en dársenas de miedo e incertidumbre.
Devuelveme la ilusión.

martes, 13 de septiembre de 2011

Nuevos tiempos

Se acerca una era de vientos cálidos,
sol todo el día, sonrisas perennes,
y brazos en alto.

Se acerca el tiempo del cambio,
razón por corazón,
corazón ante todo.

Ya oigo la música en las calles,
la voz pulida del jazzman
serpenteando por los recovecos.

Ya veo a bellas mujeres
riendo ante todo,
jodidamente radiantes.

Este es nuestro tiempo,
un tiempo delicado y joven,
como un recién nacido.

Un tiempo que es siempre futuro,
que es siempre promesa,
que huele a nuevo, a aventura.

Desafíos mentales,
gente nueva,
la luz colándose por la ventana
entrando de lleno en nuestro estado de ánimo.

Despierta ya,
comienzan nuestros días.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Tu última canción.

Para esta canción necesitaba más tiempo. Creo que es la más bonita que he hecho, la más sentida.
Y eso que se hizo, casi sola, en una mañana, pero tiene algo...



Tú vales más que todos los demás protagonistas de canción.
Sueñas con volar cometas en el mar de la contradicción.
Yo sólo concibo la vida si está en verso,
Si a algo le falta algún color saco punta a mi canción
y te pincelo un arcoiris de emoción.
Creo en ti, no se qué haré cuando me despierte y no estés ahí.
Tengo una maldición; siempre fallo al retener a aquellos que amo.
Yo volveré a refugiarme entre trocitos de canción.
Tú seguirás sin saber como echar de menos nuestro amor.
Y sonreirás cuando pases frente a mi casa
y se me oiga en la calle afinando en mi bemol
para cantar nuestra canción a algún ratón.
Creo en ti, no sé qué haré cuando me despierte y no estés ahí.
Tengo una maldición: siempre fallo al intentar retener a aquellos que amo...

sábado, 27 de agosto de 2011

Lo verdaderamente extraño...

Corazón frío

Bendito estado de shock.
Confusión que sana el dolor de cabeza y de corazón,
y que llena la mente de dudas estériles,
desprovistas de dolor y miedo.

Que dure mucho este momento,
que la verdad no me atice
y que pueda seguir sin pensar
en el ayer ni en demás fracasos.

Que el espejo siga limpio,
omita las sombras del pasado
y no refleje más que mi sonrisa
y mi mirada extraña.

Que este estado sea eterno
y yo pueda seguir cometiendo las locuras
que había olvidado poder hacer,
sin pensar ya en nadie.

Que su voz sea algo tan lejano
que no remueva ni colapse
mi cuerpo, mis órganos,
mi fuerza.

Que sonría al recordar,
sin pensar en el final
ni en lo que ha de venir,
sin asustarme.

Dicen que la pena endurece el corazón,
y ahora me siento extraño al palparme el pecho
y en lugar de encontrar terciopelo
sentir el frío metal.

Si eso omite el dolor,
que nadie lo vuelva a rebasar,
que nadie lo intente...

miércoles, 24 de agosto de 2011

La última carta

No te creí cuando me dijiste que el tiempo nos separaría.
No quise hacerlo. Y ahora lo siento.
Pero me hiciste más fuerte.
Fui capaz de dar más de lo que recibía.
Fui capaz de conocerme mejor.
Me voy con la certeza de saber
qué es amar,
y con la duda de si alguna vez fui amado.
Con la necesidad de buscar el amor correspondido.
Me voy con la cereteza de haberte hecho sentir amada.
Sin saber aún si me amaste o era yo el que me convencía de ello.
Durante mucho tiempo pensé más en ti que en mí
inmerso en un sueño que me hacía idealizarte.
Ahora despierto y al salir a la calle la luz del sol
pica en los ojos.
Me voy con sensaciones confusas
sin saber bien qué mereció la pena y qué no.
Te enterré en versos y canciones. ¿Recuerdas?
No sé si los merecías. Sé que no los disfrutabas.
Ahora inicio el viaje. Me vaciaste el hatillo antes de partir.
No tengo nada. Solo mi tiempo y la necesidad de llenar el saco en el viaje.
Ya te di todo el tiempo que tuve. Todas mis ideas. Mi pensamiento.
He aprendido que nada es para siempre.
Que pensar en el futuro es desperdiciar el presente.
Éstas son tus últimas líneas. Las últimas que te dedico.
Mis versos sin ti estarán llenos de colores.

domingo, 21 de agosto de 2011

Nuevos horizontes

Y de golpe y porrazo, el paisaje cayó y el destino dejó entrever un horizonte totalmente distinto, que ni siquiera había imaginado.

Touché

Esa lágrima parecía haber aparcado definitivamente en el linde de tus pestañas,
una honda arruga cruzaba tu frente,
te tragabas los sollozos
y hacías música con una llantina acallada y convulsa.

Me dijiste algo así como que no eras nada,
que no te querías,
ni merecías mi amor ni otros dones.

Repetías que no eras tan especial como creía,
y yo callaba.

Hasta que hablé y te dejé sin réplica.

"Quizá no seas nada del otro mundo,
lo innegociabe es que lo eres todo en el mío."

sábado, 20 de agosto de 2011

Estoy en las últimas

Se repiten las premisas y las costumbres.
El vagón de vuelta, lleno de rostros aburridos,asiste a un florecer de bostezos
que muestran sonrisas melladas y tristes.
Mi cabeza,hervidero letal de dudas, sopesa los frutos de tu amor de invernadero.
La balanza agoniza rozando la verticalidad, condenada por tu insistencia
a la hora de sumar al montón de desilusiones, nuevos miembros,desplantes.
Me siento como el cortesano obsesionado con cubrir a una reina insaciable y déspota
de festines de flores y manjares,poemas juglarescos y trova.
Haría un butrón con mis uñas en la pared de tu impasividad,
dejaría mi corazón en tu desván y volvería a tapiarlo todo
con los ladrillos de mi paciencia.
Ni siquiera notarías el cambio.
Ojalá amarte fuera fácil. Ojalá lo hicieras fácil.
Estoy en las últimas amor. No caben más pesadillas en mi inútil cabezota.
¿Qué será de nosotros?¿Qué va a ser de mi?

Escéptico

La noche se desploma sobre nuestras espaldas.
La ciudad nos ofrece un jeroglífico de luces,
un criptograma que descifrar,
una afrenta, invitación a duelo
a las montañas que rodean sus lindes.
Quisiera ulular, e invitar a todas las bestias
a un festín de libertad,
retozar en el fango de nuestras pasiones salvajes.
Sentirnos grandes, inconmensurables,
autónomos y ajenos a la macabra frivolidad,
farsa simple ideada por políticos,
empresarios, televisiones,
audiencias.
Ojalá pudiéramos quedarnos aquí por siempre,
altaneros ante la civilización y sus progresos.

Cycling around

Se quedó tu beso colgando de las ramas de un árbol,
reposando tras bailar con la tormenta
que arrastró el sopor y el bochorno veraniego.

Olía bien, a lluvia depositada, a orden repuesto,
y yo pedaleaba cada vez más rápido para que la lluvia
del suelo me lavara las lágrimas.

Los dientes apretados, corría hacia lo imposible,
hasta ti.
Qué bueno es mezclar las derrotas con el agua del arroyo,
hasta que adormezca los músculos y la tristeza.

Pasamos la vida buscando el fin último,
sin saber qué es, con la única certeza de que no habrá lado oscuro
donde crezca el musgo de la desconfianza.

Pasamos los días buscando la perfección, la mejora,
sin entender que si admitiéramos nuestro estado actual
como perfecto, lo sería.

Hay que finalizar la búsqueda para hallar algo,
dejar de buscar, dejar de buscar y, pensar, al fin,
que lo tenemos todo,
dentro,
hondo.

Me visto de nuevo. El sol zarandea mis extremidades.
Regreso a casa

viernes, 29 de julio de 2011

Luna

Le escribo una oda a la noche y me mira con sorna.
- Te equivocas de musa- Acierta de pleno.
-No está, ¿de acuerdo? Se fue.
-Si mi luna no la olvida, ¿cómo hacerlo yo?
Así que ayúdame.
Deja ya de bailar en círculo, de esconderte entre nubes,
de hacer de mi vida una quimera de tinieblas
y deseos reprimidos.
Es tanto el hastío vivido,
tanto el dolor en las entrañas...
Parecía que ella vino para hacerlo menguar
y no quiero, no quiero que mi corazón se precipite de nuevo.
Odio mi mente, almacén enorme de residuos y preocupaciones abstractas
basadas en palabras, gestos, nimiedades. Premisas poco sólidas.
Ante la duda, tristeza. Ante la incertidumbre, desesperación.
¿Y sabes? Me gustaría arrancarme la piel a tiras,
dejar de ser yo. Descansar de mí mismo.
De mis dudas, de mis miedos.
Disfrutar de la noche.
Así que álzate con ímpetu. Disuade mi oscuridad.
No me dejes dormirme y perderme de nuevo en pesadillas.

Aquella nota

Todavía guardo con celo una nota que dejaste
aquel día sin semáforos en ámbar,
sin ruido en las calles.

El mundo estaba enfermo y nosotros enfadados
y el remedio parecía tan complicado
como el destino de un enfermo fatal.

Despertar de aquel coma emocional
era cuestión de tiempo,
pero la paciencia no es algo por lo que nos conozcan.

Ojalá pudiera dejarme llevar, ojalá...

Pero un día rasgaste el invierno con tu lápiz,
dejaste que entrara luz en mi libro de Neruda.
Entre Walking Around y 20 canciones de amor
se posó tu súplica desesperada.

"¿Qué nos pasa?¿Por qué el invierno es tan negro,
por qué tan largo este año?"

Yo no tuve respuestas. Nunca las tengo.
Siempre respondo a preguntas vacías,
preguntas que no requieren respuestas.

Y a tus dudas, por aquel entonces,
por respuesta sólo tenía un puñal de cinismo,
una herida en el alma, un corazón frío.

Esa noche dormí bien. Sin pesadillas.
Y sin sueños hermosos que me hicieran llorar al despertar,
al recordarte.

Esa nota, las palabras más bellas entre el corazón de versos
de Neruda trajeron recuerdos que volaban como una pluma de Badmington
y se difuminaban en la oscuridad de los tiempos.

Cuando te echo de menos. Cuando en días como hoy
temo que olvides que cuando estamos juntos somos invencibles
me aferro a esa nota, y el viento me trae tu risa.

Y tu risa empaña por un momento mi tristeza, como la bruma nocturna
en los pueblos de montaña. Y me relajo, por un momento.
Hasta que la tristeza vuelva y consiga otra vez espantarla.

Hasta que vuelva a tu nido y al fin, aleje esta marea de sentimientos.


Nadie pensaría que una imagen tan perfecta pueda ser veraz, y sin embargo...

jueves, 28 de julio de 2011

Corazón de campesino

Amarte es como secuestrar la vida a la primavera.
Tratar de abrazar el fuego, una y otra vez, la piel ardiendo en cada intento.
Amarte es un intento de recoger todo el cereal que se derrumba del silo de tu amargura.
Y cada grano de trigo, bajando por tus mejillas, hace aún más grande mi campo de trabajo.
No he de dejar que caiga el cereal. He de retenerlo, pues cada vez que el trigo cae, germina
y un nuevo brote de tristeza cruza tu cara.
En el horizonte de tu campo, donde languidecen las amapolas, bellas ninfas bailan.
Aquí casi no llega el rumor del viento azotando los árboles. Aquí hace tiempo que no huele a pino, que el sol no encuentra enemigo, que no se ve el verde.
Pero te prometo primavera, que volveremos a contar las estrellas tiritando, contaremos las flores que se abran, dejaremos que el tiempo pase, los ojos cerrados.
Cuando el amor desborde este corazón pequeño de campesino, y las aguas aneguen tu campo, toda esta tierra marrón será un verde brillante y tú, estación favorita, volverás a ser primavera de nuevo.

viernes, 8 de julio de 2011

A ti, utopía

Me gustaría que cada carta acabara en un beso, en un te quiero pincelado.
Que los periódicos volaran desprendiéndose del petróleo que tinta su blancura y se perfumaran de nuevos colores.
Quizá así las noticias serían esperanzadoras, retazos de un mundo mejor.
Quizá así asomarse al mundo no se convertiría en un safari por un holocausto de lágrimas, sonrisas desdentadas, barrigas hinchadas por el hambre y zumbidos de bala.
Quizá así nuestras calles de parecerían más a las calles del sueño del rorro que duerme en brazos de su madre,
destino costas de Cartagena,
travesía por mar.
Qué dulce su rostro en aquella patera,
ya raída por el ímpetu de las olas.
Qué dulce la nana de su madre,
que arrulla a su niño,
y le insufla aliento de futuro,
esperanza y vida.
Ojalá que la paz que se desprende de tu resuello cuando duermes lo inundara todo,
y los hombres bailaran a tu tempo, y las nubes se espantaran con tu risa.
Ojalá que tu risa cruzara a nado el estrecho y alimentara los estómagos vacíos.
Ojalá, quizá esto sea más urgente, tu risa se quedara en esta orilla y alimentara los corazones vacíos, para que abrieran los ojos y vieran más allá de su horizonte.
Que nunca te contamine el mundo.
Porque si el horror alcanza ese reducto de soledad y bien que es tu alma, mi esperanza se diluiría con las lágrimas de mis vecinos.
Que tu luz lo ilumine todo,y nunca, nunca, parezca irremisible esta oscuridad que nos conquista.
Seas todos los nombres, todas las calles, todos los rostros.
Seas un cuerpo que nace, un alma que llega, un nuevo destello.
Seas el grito de la gente que copa las calles pidiendo un mundo mejor.
Seas una miríada de voces que exigen lo mismo.
Seas tú misma, luz.

jueves, 30 de junio de 2011

Stand by

Las musas se van de vacaciones.
Volveremos, con prosas mejores, con versos más certeros.
Hasta pronto.

martes, 28 de junio de 2011

Verano

Con gotas de sudor perlando el tiempo
que vaga como el dromedario moribundo
por el desierto.
Así transcurrían los días.
Las noches... las noches eran un recodo de brisa,
un concierto de luciérnagas que coloreaban las sombras,
estrellas terrestres.
A lo lejos las risas de los niños, chapoteando ilusiones.
Alguno lloraba... Lo has echo a posta...
Al poco un padre atento le compraba un dulce.
Ya no importaba quién o qué le hubiera golpeado.
La próxima llantina afloraría cuando el helado
tomara tierra, víctima del calor y del despiste de su dueño.
Tu voz seguía allí, el recuerdo no toma vacaciones.
Estaba en los columpios, en la verde hierba que crecía silenciosa,
en la arena, en el mar, la montaña, el cielo, la forma de las nubes.
Será mejor volver a la lectura;
Dejar de pensar.

lunes, 27 de junio de 2011

Entretanto espérame

Entretanto espérame.
Abre las ventanas.
Airea tu alma.
Sacude el polvo
de las rutinas.

Respira la calma
de este calor que ahoga,
de esta espera que amansa
las prisas y las ganas de avanzar.

Afila tu inocencia,
despide a la mesura cotidiana
con la que afrontas las cosas.
Hoy es día de fiesta.

Espera a mi llamada.
Ponte el vestido verde.
Y no te maquilles,
te quiero entera.

Fuma el último cigarro.
Contempla la noche cerniéndose
sobre ti, sobre tus hombros desnudos.
Apóstate en el balcón y mírame llegar.

Yo soy ese. El que se acerca dando tumbos.
Y me ves tocar tu timbre y sonríes.
Y me ves mirar nervioso a todas partes
sin reparar en tu vigilia. Y sonríes de nuevo

sábado, 25 de junio de 2011

Ataques

De vez en cuando me asalta la conciencia
un pensamiento horrible que acelera la respiración,
que estrangula con fuerza.
Te pienso, no como ahora entre mis brazos,
te pienso en brazos de otros,
te pienso antes de encontrarte.
Imagino lo que fuiste,
lo que serías de no estar aquí conmigo,
lo que serás cuando comprendas que tu sitio no es éste.
Eres tan grande y yo tan pequeño...
Y cuando pienso en todo ésto comprendo
que es imposible que tú no lo pienses
y me siento como el nido en el que reposas antes
de alzar el verdadero vuelo,
de ser el ave majestuosa que en verdad eres.
No puedo evitarlo, no puedo vivir
sin ensoñar un futuro contigo,
un futuro oscurecido por la certeza imposible
de que nunca habrá un futuro contigo.
Un futuro contigo, ilusión que me mece,
que me canta y me sumerge de nuevo en este sueño
que es besarte.
Y ojalá que nunca despertase...
Ojalá que nunca despertase.

jueves, 23 de junio de 2011

Duermevela

Como agua cristalina danzando
lenta
muy lenta por el arroyo,
así discurre tu sueño.
Hoy tu sueño es el mío
porque en mi sueño lo llenas todo.
El tiempo no pasa, la vida se estanca
en un dormitar que parece eterno.
Tus noches, tus días, todo lo llenan
todo lo alcanzan en este segundo infinito.
Y en este estado de duermevela,
cuando casi olvidamos que nuestros cuerpos se abrazan,
cuando en esta oscuridad casi total nuestras mentes parecen alejarse,
te siento más cerca que nunca, porque nuestras almas también se tocan.
Y podría pasar esta eternidad diciéndote
te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero...
Pero ya lo ves, vida mía, esta infinitud es sólo una ilusión
encerrada en un segundo, y cuando la mañana nos alcance al fin,
la noche no habrá bastado para enseñarte mi sentimiento.

Directo

sábado, 18 de junio de 2011

En tus sábanas



Se consumen las velas
Y tu vestido se mueve como el tul.
Con el brillo del fuego
que extinguiéndose ahora brilla azul

La luna orgullosa se esconde
Y se pinta de carmín
De tu boca se escurren aromas
Que siempre me llevan a ti.

En tu mar se queda mi aurora
Mis noches en vela, mi cielo marrón.
En tu cuello se queda mi azúcar,
Mi pétalo tierno, mi anhelo de luz.

Te acercaste lentamente y recordé
Una de esas maravillas que olvidé
Me besaste y en tu beso se quedó
Todo el fuego de mi pulso con el sol.

Sirenas surfeando las olas del pelo que ahora yo
Recorro extasiado, y busco en el mapa de abrazos tu olor.
En tu mar se queda mi aurora
Mis noches en vela, mi cielo marrón.
En tu cuello se queda mi azúcar,
Mi pétalo tierno, mi anhelo de luz.

viernes, 17 de junio de 2011

Carta a Patricia (V)

"Te echo de menos"
Cuatro palabras. Trece letras. Una verdad... Y el detonante. Mi vida, varada en la rutina y en el tedio, aceleraba de pronto como en una atracción de feria. Hiciste bien en prevenirme de que pensabas venir a Madrid y buscarme, hiciste bien en obviar tu primer impulso de sorprenderme. No creo que hubiera sabido reaccionar al verte en mi puerta, sonriendo, de nuevo.
Los días que precedieron tu venida pasaron a gran velocidad, llenos de luces y formas ambiguas. De pronto veía la vida como desde un caleidoscopio. De pronto, mi corazón latía vida y no resignación.
"Te quiero"
Dos palabras. Ocho letras. La avalancha. No podrías haber buscado mejor forma de saludarme cuando al fin nos encontramos en la terminal, cuando por fin te vi,nervioso y sonriente después de una hora esperándote, llegar y poner cada una de tus cosas en una caja de plástico blanco para poder pasar por el detector de metales.
El vuelo 16 se había retrasado. Pero nunca, de verdad, nunca disfrutaré de una espera más dulce.
"Te quiero" Y se apagaron las luces. Retumbaron tus palabras en todo el edificio, se resquebrajaron los cristales, la gente echó a correr. Se formó en torno a nosotros un círculo conformado por pasajeros y familiares enloquecidos que no entendían todo ese ruido, toda esa oscuridad.
Pero cuando me besaste, todo cesó de golpe,y afloraron las sonrisas. El mundo había encontrado por fin su movimiento, el planeta había vuelto de nuevo a su órbita y tu fuego, a mi vida.

miércoles, 15 de junio de 2011

Confesión

Verás, yo sé que a veces no soy
más que un cantante afónico
que lanza chinas contra tu ventana,
te visita cada noche y se enoja
si no sales al balcón
y me das tus buenas noches.
Sé muy bien que mereces
por lo menos un trovador
de sueños, un juglar de utopías,
el rey de los amantes,
un Dios de la sensualidad,
y que yo apenas soy un pobre
infeliz muerto de sed
que bebe de tus labios.
Si esta rana pudiera convertirse
en príncipe, si tuviera
la fórmula que disolviera
tu lágrimas, borraría tu miedo
de un plumazo, regresaría
la sonrisa que amo y la mantendría
por siempre en equilibrio en el
eje de tu dulzura,
no dudes ni un momento,
que daría mis siete vidas
de demonio por embaucarte en un abrazo
infinito, hacerte feliz por siempre
y engañarte para que en esta piedra
no veas a un sapo sin nombre,
sino el adalid de tus deseos,
la cúspide de tu ambición.
No puedo, sin embargo, mentirte
y me siento obligado a decirte
que temo que el resto no me vea
tras este vaho de pequeñez
que me transforma cuando estoy a tu lado,
porque Tú, reina de Persia,
buque insignia del amor negado
a tantos, y tu comparativa
me convertís en este príncipe
fracasado que se aferra a no perderos.

martes, 14 de junio de 2011

Acrostiche

Para desafiar a los airados Lestrigones,
a la hora de afrontarlos basta una sonrisa,
una sonrisa como la tuya que se erija altiva y
languidezca sus intentos de sembrar el miedo.
A veces, veo que lo mismo pasa en los días en que el
sol se levanta temprano, y no existiendo lestrigones,
abundan los padres sin sentimientos, los jefes que
ladean la cabeza por respuesta, la gente tirana
a la que desprecias, a la que no aguantamos.
Dos son las palabras carnales que conforman la letanía
oblicua que compone mi rezo. Te quiero.

lunes, 13 de junio de 2011

Karma

No es que yo sea así
ni que me caracterice
por mi temperamento
pero hay días en que
me doy cuenta de que
hay gente que sobra.
Y no sé si creer en
el castigo a los pecados,
o en el Karma
que de la vuelta a
sus acciones.
Quizá es la fiebre
y los delirios,
pero a veces echo
de menos algo más
de justicia moral.

domingo, 12 de junio de 2011

Película

Había olvidado por un tiempo
por qué amaba las canciones
que amo.
Por qué me emocionaban
las películas
que hacen que se erice
mi piel.

Había olvidado
cómo sonreír
sin motivos
ni necesidad.

Pero , ¿sábes?
Acabo de ver
una película preciosa,
y al acabar
he visto tu nombre
sustituyendo cada uno de los créditos.

Iluminadora de sonrisas,
técnico del sonido del alma,
directora de sueños,
doble en escenas de cama,
diseñadora de corales,
y de los muebles que decoran mis
ventrículos;
He sentido la necesidad
de llamarte y decirte
te quiero,
pero me he contentado
con venir aquí y escribirte esto
para no asustarte.

sábado, 11 de junio de 2011

Plan A

Debería encontrar el antídoto a tu risa
por si un día te vas.
Debería idear una herramienta de olvido
que te desdibuje por si dejas de amarme.
Debería encontrar un Plan B,
desconfiar de la utopía de tu abrazo,
saber que la eternidad es efímera,
y el sentimiento podría diluirse
como volutas de humo.

Pero la realidad es más sencilla
que habitar especulaciones,
mas sólo le pido a la vida
que me deje bajar
por tu cuerpo,
hablarle a tus senos, susurrarles mentiras
y ver como se eriza tu inocencia.
Trazar el mapa de tu boca, buscar
la India de tus besos y encontrar
América en tu cuello.
Allí buscar las especias
que por fin sacien mi hambre de sueños,
mi sed de abrazos,
y mirarte y sonreírte
y abarcar el mar que nos separa.

Porque ese mar, cuando te beso,
no es más que un charco ridículo.

Nuestro mar

Debería encontrar el antídoto a tu risa
por si un día te vas.
Debería idear una herramienta de olvido
que te desdibuje por si dejas dea marme.
Debería encontrar un Plan B,
desconfiar de la utopía de tu abrazo,
saber que la eternidad es efímera,
y el sentimiento podría diluirse
como volutas de humo.

Pero la realidad es más sencilla
que habitar especulaciones,
mas no le pido a la vida
que me deje más que bajar
por tu cuerpo que sabe a sal y paz,
hablarle a tus senos, susurrarles mentiras
y ver como se eriza tu inocencia.
Trazar el mapa de tu boca, buscar
la India de tus besos y encontrar
América en tu cuello,
y mirarte y sonreírte
y abarcar el mar que nos separa.

Porque ese mar, cuando te beso,
no es más que un charco ridículo.
y allí buscar las especias que
sacien mi hambre, el deseo.

martes, 7 de junio de 2011

Inconmensurable

No hay nada mejor que escribirle a tu aurora,
sentarse bajo el olmo de tu risa,
y ver pasar la vida.

No hay nada mejor que perderse en tus lágrimas,
escucharte cuando dices que me quieres,
hundir mis manos en los recovecos de tu dulzura,
y hacerte cosquillas.

No hay amor más temprano que tus buenos días,
ni noche más oscura que en la que estás lejos.

No hay dolor más intenso que tu marcha,
que tu sombra en el espejo.

No hay acorde en mis canciones que no sepa a tí,
ni voz para decirte lo que siento
ni luz que haga frente a tu mirada,
ni cuento que guarde tu fantasía ni dioses
que puedan arrastrar con sus truenos,
más magia que uno de tus susurros.

Respuesta de Patricia

Lloraba por lo que mis actos avivaban, por los niños tirados en la calle, por los ancianos que eran robados, por las cosas tan bonitas que escribías... en conclusión, lloraba por demasiadas cosas. Pero nunca había llorado de alegría. Y siempre me cuestioné cómo podrían hacer eso.
Nunca tuve claro que se pudiese, de hecho.


El otro día lo comprobé. ¡Dios! Es genial. Estaba en el autobús de vuelta del viaje de estudios sentada con mi amiga de toda la vida. Ibamos presumiendo de nuestro nuevo móvil del cual no nos separábamos ni un sólo instante. Detrás iba él. Todavía le quería... pero no podía hacer nada. No estaba segura de poder hacerle feliz como él merecía.


De hecho, no creo que pueda hacerle feliz a nadie.
¿Inseguridad? ¿Baja autoestima? Puede ser. Pero es inevitable. No conozco las razones por las que un tío como él: inteligente, divertido, querido y con unos preciosos colmillos podía querer a alguien como yo: bajita, normal, más gorda que delgada y sin dientes afilados a la vista.


Pero entonces, mi amiga se durmió e hicimos una parada en una gasolinera. Él tenía sueño, se percibía en su pelo desgreñado y sus ojos llorosos - aunque esos son más habituales-. Entonces, me atreví a preguntarle si podía sentarme al lado suyo y me dijo que sí. Por supuesto. Creo que el seguía queriendome y lo peor, es que yo no sabía cómo decirle que también. Que no sé por qué razón del destino, el karma, Dios o quien fuese esa fuerza provocaba un final trágico en mis relaciones.


Y se iba acercando el momento. La verdad, es que pensandolo en frío no es significativo. Pero Dios... me sentía tan bien. Bueno, no adelantemos acontecimientos.


Nos sentamos y me dejó un auricular. Me puso canciones de Ivan Ferreiro e Ismael Serrano. Me cantaba al oído y yo suspiraba por dentro. ¡Qué bonita voz!
Me apoyé en su hombro y poco a poco fui cerrando los ojos. Los abrí unas cuantas veces hasta que al fin, vi que él también los había cerrado. Y entonces, sonó una canción. Esta era de Maldita Nerea - Cosas que suenan a triste- y escuchaba la letra. Le tenía tan cerca y a la vez tan lejos. Entonces me repetí una vez más que besarle sería algo inapropiado e inconsciente. Y se me cayeron las lágrimas. Porque él me quería tal y como era y tenía que admitirlo de una vez. Porque había alguien que me podía querer y... lo mejor de amar, es ser correspondido. Y aunque no pudiera darle un beso... sentía que nos complementábamos, que siempre estaba presente y que lo nuestro nunca había terminado. No éramos buenos amigos, éramos una buena pareja. Pero sólo quedaban los restos en mi mente y en nuestros sueños.


Entonces... solo tendría que esperar. Aguantarme como lo había estado haciendo durante meses. No podía volver a hacerle tanto daño. No, por favor. No se merecía nada de eso.
En cambio, tenía que llegar el momento en el que mis deseos superasen mi lógica aplastante. Un bonito beso de despedida y reencuentro a la vez. Bonitos recuerdos que traer otra vez a la memoria. La próxima vez, dejaré que seques mis lágrimas. Junio siempre fue un buen mes.

lunes, 6 de junio de 2011

Carta a Patricia (IV)

A veces pienso que somos como pájaros con ganas de volar. Las ventanas siempre están cerradas. Nunca nos damos cuenta. Al alzar el vuelo nos rompemos las alas con el cristal. El mundo parece estar tan cerca...

Pero el mundo está lleno de esperanzas valdías. No sé quién demonios se esmera tanto en limpiar las ventanas para que creamos que están cerradas. No me lo explico...

Pero volvamos a donde lo dejé, aunque, de serte sincero, apenas recuerdo detalles  difusos de aquel tiempo. No dejaba de pensar en ti, en Madrid los suspensos desfilaban y pronto me vi obligado a dejar de estudiar. Me quedé solo, escéptico de cuanto me rodeaba, temerosos de nuevos desengaños. Olvidarte fue la tarea más ardua que la vida me ha deparado.

Me avergonzaba volver a casa sin los estudios finalizados, así que comencé a trabajar como repartidor en almacenes, como mozo de carga... Sin duda fueron años crueles que hacían añicos mis deseos y ambiciones. Un buen día decidí dejar de lamentarme y dar un golpe de autoridad. Comencé a recomponer una novela que había ideado cuando la inspiración siempre estaba en vena, cuando tu amor era mi abrigo.

He de decir, desde el cristal que los años me conceden, que la novela fue una auténtica mierda. La editorial me firmó un contrato para dos libros más pero el primero no llegó a la segunda edición.

El segundo, por contra, fue una obra maestra: Lo mejor que he escrito en mi vida. Los críticos, recelosos, lo acogieron con frialdad y desprecio y moldearon la conciencia de mis posibles lectores, que nunca lo fueron.

Enfermé, dejé mi trabajo de encargado de almacén. La promoción a este puesto fue el único triunfo que esos años me depararon y sin embargo, un maldito tumor me obligaba a renunciar a él. No fue nada; la operación apenas duró una hora. El tumor, benigno, no causó más complicaciones y dediqué el postoperatorio a cuajar mi tercera novela, la que a priori creí que sería la última. Vendí totalmente mis principios. Escribí un folletín a la antigua, con plagios descarados a Agatha Cristie, una trama totalmente fantaseosa que trataba de ser realista y un final que, atrapado como estaba en un callejón sin salida, decidí resolver con un componente sobrenatural. El acogimiento de esta ruindad fue tan caluroso que me entraron ganas de alejarme del mundo. Llovieron las felicitaciones, el aplauso de la crítica retumbaba allí donde me presentaba...

Y entonces me llamaste. Yo había mandado la segunda novela por correo a casa de tus padres, en Bilbao. No sé por qué lo hice, ni por qué en la contraportada se leía " A Patricia, mi luz y mi sombra". El caso es que no recibí respuesta y perdí toda esperanza.

Aún así, ahí estaba mi móvil en la mesilla. Con la noticia de una llamada perdida, que iluminaba la pantalla y tu nombre, que se erigía altivo, casi insultante, desafiando al olvido.

Me costaron varios días devolverte la llamada.

Ojalá lo hubiera hecho antes.

Cuando había renunciado a toda esperanza, el destino - caprichoso- había abierto de nuevo las ventanas.