Entretanto espérame.
Abre las ventanas.
Airea tu alma.
Sacude el polvo
de las rutinas.
Respira la calma
de este calor que ahoga,
de esta espera que amansa
las prisas y las ganas de avanzar.
Afila tu inocencia,
despide a la mesura cotidiana
con la que afrontas las cosas.
Hoy es día de fiesta.
Espera a mi llamada.
Ponte el vestido verde.
Y no te maquilles,
te quiero entera.
Fuma el último cigarro.
Contempla la noche cerniéndose
sobre ti, sobre tus hombros desnudos.
Apóstate en el balcón y mírame llegar.
Yo soy ese. El que se acerca dando tumbos.
Y me ves tocar tu timbre y sonríes.
Y me ves mirar nervioso a todas partes
sin reparar en tu vigilia. Y sonríes de nuevo
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