viernes, 29 de julio de 2011

Luna

Le escribo una oda a la noche y me mira con sorna.
- Te equivocas de musa- Acierta de pleno.
-No está, ¿de acuerdo? Se fue.
-Si mi luna no la olvida, ¿cómo hacerlo yo?
Así que ayúdame.
Deja ya de bailar en círculo, de esconderte entre nubes,
de hacer de mi vida una quimera de tinieblas
y deseos reprimidos.
Es tanto el hastío vivido,
tanto el dolor en las entrañas...
Parecía que ella vino para hacerlo menguar
y no quiero, no quiero que mi corazón se precipite de nuevo.
Odio mi mente, almacén enorme de residuos y preocupaciones abstractas
basadas en palabras, gestos, nimiedades. Premisas poco sólidas.
Ante la duda, tristeza. Ante la incertidumbre, desesperación.
¿Y sabes? Me gustaría arrancarme la piel a tiras,
dejar de ser yo. Descansar de mí mismo.
De mis dudas, de mis miedos.
Disfrutar de la noche.
Así que álzate con ímpetu. Disuade mi oscuridad.
No me dejes dormirme y perderme de nuevo en pesadillas.

Aquella nota

Todavía guardo con celo una nota que dejaste
aquel día sin semáforos en ámbar,
sin ruido en las calles.

El mundo estaba enfermo y nosotros enfadados
y el remedio parecía tan complicado
como el destino de un enfermo fatal.

Despertar de aquel coma emocional
era cuestión de tiempo,
pero la paciencia no es algo por lo que nos conozcan.

Ojalá pudiera dejarme llevar, ojalá...

Pero un día rasgaste el invierno con tu lápiz,
dejaste que entrara luz en mi libro de Neruda.
Entre Walking Around y 20 canciones de amor
se posó tu súplica desesperada.

"¿Qué nos pasa?¿Por qué el invierno es tan negro,
por qué tan largo este año?"

Yo no tuve respuestas. Nunca las tengo.
Siempre respondo a preguntas vacías,
preguntas que no requieren respuestas.

Y a tus dudas, por aquel entonces,
por respuesta sólo tenía un puñal de cinismo,
una herida en el alma, un corazón frío.

Esa noche dormí bien. Sin pesadillas.
Y sin sueños hermosos que me hicieran llorar al despertar,
al recordarte.

Esa nota, las palabras más bellas entre el corazón de versos
de Neruda trajeron recuerdos que volaban como una pluma de Badmington
y se difuminaban en la oscuridad de los tiempos.

Cuando te echo de menos. Cuando en días como hoy
temo que olvides que cuando estamos juntos somos invencibles
me aferro a esa nota, y el viento me trae tu risa.

Y tu risa empaña por un momento mi tristeza, como la bruma nocturna
en los pueblos de montaña. Y me relajo, por un momento.
Hasta que la tristeza vuelva y consiga otra vez espantarla.

Hasta que vuelva a tu nido y al fin, aleje esta marea de sentimientos.


Nadie pensaría que una imagen tan perfecta pueda ser veraz, y sin embargo...

jueves, 28 de julio de 2011

Corazón de campesino

Amarte es como secuestrar la vida a la primavera.
Tratar de abrazar el fuego, una y otra vez, la piel ardiendo en cada intento.
Amarte es un intento de recoger todo el cereal que se derrumba del silo de tu amargura.
Y cada grano de trigo, bajando por tus mejillas, hace aún más grande mi campo de trabajo.
No he de dejar que caiga el cereal. He de retenerlo, pues cada vez que el trigo cae, germina
y un nuevo brote de tristeza cruza tu cara.
En el horizonte de tu campo, donde languidecen las amapolas, bellas ninfas bailan.
Aquí casi no llega el rumor del viento azotando los árboles. Aquí hace tiempo que no huele a pino, que el sol no encuentra enemigo, que no se ve el verde.
Pero te prometo primavera, que volveremos a contar las estrellas tiritando, contaremos las flores que se abran, dejaremos que el tiempo pase, los ojos cerrados.
Cuando el amor desborde este corazón pequeño de campesino, y las aguas aneguen tu campo, toda esta tierra marrón será un verde brillante y tú, estación favorita, volverás a ser primavera de nuevo.

viernes, 8 de julio de 2011

A ti, utopía

Me gustaría que cada carta acabara en un beso, en un te quiero pincelado.
Que los periódicos volaran desprendiéndose del petróleo que tinta su blancura y se perfumaran de nuevos colores.
Quizá así las noticias serían esperanzadoras, retazos de un mundo mejor.
Quizá así asomarse al mundo no se convertiría en un safari por un holocausto de lágrimas, sonrisas desdentadas, barrigas hinchadas por el hambre y zumbidos de bala.
Quizá así nuestras calles de parecerían más a las calles del sueño del rorro que duerme en brazos de su madre,
destino costas de Cartagena,
travesía por mar.
Qué dulce su rostro en aquella patera,
ya raída por el ímpetu de las olas.
Qué dulce la nana de su madre,
que arrulla a su niño,
y le insufla aliento de futuro,
esperanza y vida.
Ojalá que la paz que se desprende de tu resuello cuando duermes lo inundara todo,
y los hombres bailaran a tu tempo, y las nubes se espantaran con tu risa.
Ojalá que tu risa cruzara a nado el estrecho y alimentara los estómagos vacíos.
Ojalá, quizá esto sea más urgente, tu risa se quedara en esta orilla y alimentara los corazones vacíos, para que abrieran los ojos y vieran más allá de su horizonte.
Que nunca te contamine el mundo.
Porque si el horror alcanza ese reducto de soledad y bien que es tu alma, mi esperanza se diluiría con las lágrimas de mis vecinos.
Que tu luz lo ilumine todo,y nunca, nunca, parezca irremisible esta oscuridad que nos conquista.
Seas todos los nombres, todas las calles, todos los rostros.
Seas un cuerpo que nace, un alma que llega, un nuevo destello.
Seas el grito de la gente que copa las calles pidiendo un mundo mejor.
Seas una miríada de voces que exigen lo mismo.
Seas tú misma, luz.