jueves, 21 de junio de 2012

lunes, 18 de junio de 2012

Balance

Ahora que cuando despierto ella no es mi primer pensamiento; ahora que al acostarme su recuerdo no me asalta oculto en la espesura de la noche; ahora que su indiferencia ya no me rasga el alma... ahora es cuando hago recuento. No todo es bueno, por supuesto, y aún así, me alegra que haya pasado por mi vida. Han sido mucho más numerosos los días de desolación que los de alegría, ha imperado el desamor sobre el amor, la rosa no consiguió eclipsar la espina. Y aún así, ahora que sé que nuestros caminos se bifurcan irremediablemente, que la estela del deseo que arrastrábamos comienza a desaparecer, intuyo que no la pierdo del todo. Que aún llevo conmigo, muy adentro, trazos de ella.
Empecé a escribir para tratar de convertirla en literatura, y así me atreví a olvidarla. Me dijo que al elegir un futuro sin escritura estaba desperdiciando mi talento, y en aquellas horas en las que su voz era mi guía, trastoqué mis planes, retoqué mi hoja de ruta y, en efecto, me zambullí en un remolino de incertidumbre en el que este don, como ella lo llamaba, ha de mostrarme el camino. Aún no sé si he acertado. Veo el futuro con la curiosa aprensión del marinero que otea las nubes. Pero la intriga prevalece sobre el miedo.
Hablando de miedos, ella se dejó unos cuantos en mi trastero. El escepticismo con el que hacía antes frente a la idea del amor ahora se torna en un miedo visceral, un miedo que hunde sus garras en la incapacidad para superar las pérdidas, un miedo que me acompañó en su partida. He descubierto mis puntos débiles y he aprendido que aquellos que creía mis puntos fuertes no lo son en absoluto; al menos no en el grado que estimaba.
Ahora me quiero menos, eso es algo que aún trato de solucionar, pero sé que puedo querer enteramente, sin pretextos ni subterfugios, sin tamices que retiren los sacrificios. Soy mejor persona y sigo haciendo todo lo posible por disimularlo, pero como siempre, fallo al coreografiar la farsa.

No sé por qué creo que debo hacer balance. Ya escribí mucho sobre ella, ya la pensé en demasiadas ocasiones, ya dije millones de veces que nos enfrentábamos a finales, y los golpes en la trama siempre consiguieron quitarme la razón y prolongar nuestra historia. Pero algo ha cambiado. En otras ocasiones era yo el que necesitaba de una fuerza vital para hacer frente a un final. Ahora no. Es la dualidad típica de toda obra literaria. La historia termina ya sea a raíz de la voluntad del personaje o por culpa de las circunstancias, de un contexto que se densa y para con el que los personajes principales no disponen de herramientas para hacer frente. Y eso es lo que ocurre ahora. Quería que escribiera y hasta el momento mi principal historia ha sido la nuestra. Ella no entendía las ideas, las presunciones, invenciones, hipérboles y otros recursos que distorsionaban nuestras discusiones. No sabía que yo me dedicaba con secreto celo a narrar en mi mente todo aquello que sucedía.
El alivio del escritor cuando da las últimas puntadas a su texto siempre queda empañado por la desazón propia de todo final.

domingo, 3 de junio de 2012

Será

Será cuestión de nombres,
coincidencias,
confidencias
o que ya somos madrugada

Será que la ilusión
es caprichosa
o que los Lestrigones marchan
marcándonos el ritmo.

Será que, supersticiones a parte,
sé que el mundo acaba
y quiero compartir
su agonía con alguien.

Será que hoy es siempre todavía,
que Machado nos mira,
esperando impaciente nuestro encuentro.

 Será que de alguna forma,
 me recuerdas a ella
cuando una vez fuimos uno,
o a mi mismo cuando sonreír era rutina.

 Será que toda la vida es ahora,
que el tiempo se escurre
en cada uno de tus suspiros,
que la noche se desploma
en cada uno de tus pestañeos
o que la primavera y el calor
por fin deshibernan a los corazones y el deseo.

Será que me engaño o empiezo a quererte.
Será que ilusiona no conocerte aún del todo.
Será que te odio.
Pero no te marches todavía...