sábado, 26 de noviembre de 2011

If I could- cintadecorrer

Está canción nació en inglés. No me preguntéis por qué. Perdonadme la pronunciación albaceteña.



Everytime I come across with you
I feel so tired...
Tired of facing my dreams and living my fears.
If I could...
My dear, if I could...
You know if I could I would escape
just now from here.

Don´t remember how.
Don´t remember when.
I only know there was a fight
between us and the loneliness.

If it won...
My dear if it won...
My sweet if it won...
What are we doing here?

I don´t even know you
but I trust in you
cause you are my fair,
my wishdom, my magic
and my breath.

I don´t even know you
but I need you cause
my life is crammed of shadows.
You are my fiction.

Honey, I just gonna stay
I don´t wanna see your smile again.
I´m afraid. I´m a coward.
I miss you but you´re my illnes.
I had better not coming back yet
couse I´m a coward.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El destino de mis cartas a Patricia

El otro día recibí un mensaje de alguien a quien no conocía;
me daba las gracias, me decía que sin conocerle
había hecho algo maravilloso por él.
Pensé que se habría equivocado,
y así se lo hice saber en mi respuesta.
Y me explicó su historia.
Resulta que estaba enamorado de una tal Patricia.
No sabía que hacer para llegar a su corazón.
Lo intentaba, acumulaba palabras preciosas,
la seguía, la apoyaba cuando estaba triste,
pero ella siempre tenía en la cabeza otros nombres,
otro rostros, otras promesas más vacías que la de mi confesor.
Mientras leía, adiviné entre las palabras sus sentimientos,
me vino a la memoria alguien que se parecía a mi y amó con el mismo ímpetu.
Buscando formas de conseguir su atención, canciones que incluyeran su nombre
o qué se yo, dio con este basurero de ideas y leyó mis cartas a Patricia.
Según su mensaje, lloró, encontró las palabras que tenía raspadas en la garganta,
y que quizá por falta de valor o concentración no conseguía sacar a relucir.
Un día se las leyó enteras. Me aseguró que no se apropió de ellas,
que en todo momento le dijo que yo era quien las escribía - o más bien que no era él,
porque desde luego la chica tampoco me conocía- pero por fin se atrevió a poner su firma,
no en las palabras pero sí en los sentimientos, y le dijo que la amaba.
Así que se besaron y ella lo abrazó y le susurró que llevaba mucho tiempo esperándolo.
En realidad eso no está en el mensaje. Prosigue con un escueto "todo fue bien",
pero no encuentro un desenlace mejor que este, ni tan siquiera más probable.
Así que ahora el chico, me agradece ingenuo por haber concretado
ese sentimiento que en ella apenas eran volutas.
Yo he sido incapaz de contestarle, aunque lo esté haciendo aquí y ahora,
porque lo máximo que hice, y quizá ni eso, fue hacerle saber al chico que la necesitaba.
A ella le hubiera dado igual mis palabras o las de otro.
Probablemente hubiera preferido las de él,
de hecho su mensaje ha conseguido emocionarme a mí sin conocerle.
El caso es que me he sentido feliz, entera y llanamente, por un segundo.
Como el náufrago que lanza una botella al mar y en las puertas del cielo,
recibe la noticia de que su carta inició una búsqueda gigante que encontró a otro hombre,
pocas horas antes de morir. Todo tiene su sentido. Todo tiene una lógica.
Cada movimiento, cada acción, determinan un resultado.
Y por fin esta historia tuvo un final feliz, si bien es verdad que alternativo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Crisis de futuro

Las urnas revelaban miedo y desconcierto,
nos hablaban de un país ingenuo,
respaldando unas elecciones tan vaticinadas que apenas hubo sorpresa.
Esa noche corrieron ríos de champán en los despachos,
vítores y risas ingenuas en los andamios,
pero otros callamos y asentimos humillados, tal vez,
quizá desilusionados por la radiografía de un país
en horas bajas que renunciaba a la ilusión y pregonaba mano dura.
Hace siete años se respiraba una sensación de cambio,
cierto aire de ilusión; el pensamiento de que se podían hacer grandes cosas,
o pequeñas, pero que habría capacidad de hacer o rehacer.
Pero la política se descompone con las ilusiones, y la crisis
es más crisis de futuro que económica.
Dicen que si el papel de las urnas respalda las tijeras de los recortes,
esto será como el juego: sólo la piedra vencerá a la tijera.
Y en cuanto las falsas esperanzas de orden se diluyan con nuevos golpes de mar,
y empecemos todos a marearnos el motín será ya tarde,
después de ejercer nuestro derecho acobardados.
Ha habido muchos errores, pero muchos pasos adelante que parece que ahora se desharán.
Y al final, como siempre, una grieta más en la utopía, una sombra más opaca en la mirada,
unos vítores vacíos que apenas entendemos y la sensación de estar fuera de lugar.
Como tantas veces, como en tantos sitios.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Underground

En lo que tarda el metro en pararse,
en esas décimas de segundo en el que el chirriar de los frenos
y el ajetreo y las conversaciones intrascendentes de la gente constituyen la única banda sonora,
acostumbro a guardar como una postal en mi mente la fotografía del tren resistiéndose a las riendas del maquinista, resoplando, sacudiendo el lomo.
Miro cada ventanilla como si de un nuevo fotograma se tratase.
En el primero veo una pareja a la que se le acabaron los temas de conversación,
haciendo carantoñas al fruto de un amor del que aún queda algún resto,
un niño rubio y sonriente al que le quedan muchos temas. Será motivo de muchos otros.
En el segundo tres niños, tres skates. Gorra ladeada y sonrisa no exenta de una malicia
que no se corresponde a la inocencia que destilan sus miradas.
La vida aún guarda cientos de sonrisas y lágrimas para ellos. El mundo espera que dejen su huella.
El metro resopla de nuevo, comienza el trote, trata de galopar.
Los fotogramas se suceden. La película es ahora más rápida. Como la vida.
Una pareja -no serán mucho mayores que yo- se besa y acaricia sin reparar en las miradas de sus vecinos de vagón.
Un hombre de traje teclea un mensaje, resopla entre un carácter y otro
y mira a la pantalla de su blackberry como si extrañara el tiempo en que las pantallas eran más grandes,
y la vida se proyectaba ante nosotros a todo color con una calidad asombrosa.
Una señora murmura para sí. Cualquiera diría que hace tiempo que perdió el juicio.
Está sucia y viste andrajos. Pero ella también fue-pienso mientras el tren empequeñece
y se acerca a la curva que me impedirá seguir viéndolo- potencia de futuros temas,
también tuvo una mirada que destilaba inocencia, también soñó con cambiar el mundo,
también amó y puede que hasta consiguiera ser amada.
También perdió autobuses adrede, padeció insomnio, y quizá escribiera para ahogar las penas
o pensando que sus textos, algún día, encontrarían un lugar en este mundo cansado y triste.
Pero no lo hicieron. Y palideció y perdió la esperanza.
Y comenzó a dedicar el tiempo a extrañar un pasado ficticio que fue construyendo sobre pilares podridos.
Ahora dedica todo su tiempo a ello. Otros lo hacemos desde más temprano.

Mi viuda formal

Perdiendo las formas y la cabeza la fui perdiendo a ella
y llegó el momento, confuso, aterrador, de presentarla sin saber ponerle nombre.
¿Tu novia? Más bien mi viuda, eso sí, de lo más formal.
¿Muerto? Ya ves, es de las que no dejan cabos sueltos.
Esquivando las preguntas que llovían como dardos,
incluyendo carraspeos en las respuestas, incrementando la frecuencia,
conseguí que se olvidaran. No así yo.
El olvido es una virtud que no conozco.
Se me guardan todos los momentos. Se me clavan como espinas minúsculas
-sabes que están ahí pero no se ven y por tanto, no se pueden retirar-.
Ya sabes, hay momentos en los que de repente eres plenamente consciente
de ese algo que relegabas a un segundo plano y que evitabas todo lo posible.
Jarros de agua fría, saliva aferrándose a los lindes de la garganta.
El recogido de su pelo proyectado en galaxias lejanas,
se me antoja más accesible que sus besos.
Sigo enfrentándome a los mismos monstruos.
Sigo incapaz de hacerlo solo. Y sigo sin pedir ayuda.
Ya no encuentro melodía ni consuelo en sus palabras.
Ya no accede a hablarme cuando no hay tema de conversación,
ya no disfruto de ese bálsamo gratuito y generoso.
Pero lo necesito igual que antes.
¿Tu novia? Más bien mi viuda, eso sí, de lo más formal.
Y aún suspiro porque visite mi tumba,
y se refleje en el espejo de mi lápida su mirada.
"Lo que fui lo encontrareis en vuestros ojos".
No hará falta más epitafio ni explicación.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Búscame(canción)

Si cada vértice
me acerca el medio.
Si cada vez que me desvelo
te encuentro ahí.

Búscame como si no quedara tiempo
como si nos sobraran alas
y el alma se nos escapara al fin.

Úsame, regálame otro suspiro,
sonríeme cuando te miro
y el giro acabará por venir.

Ya sé que la mitad de lo que soy te lo debo,
que el ciego pisa a otro antes de caer
que el mapa de tus besos se desdobla
cuando empiezo a recaer.

Búscame, que el faro encuentra primero
a aquellos que rezan por volverlo a ve.r

Está bien, te miro y he de reconocer
que algo has cambiado pero sigues siendo
un monumento a la locura, mi adrenalina, mi droga dura.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La niña del lazo verde

Conozco a una niña de ojos grandes y lazo verde
que cada vez que puede se enamora
y me lo cuenta y me pide siempre
que escriba algo para leerlo y emocionarse.

Me dice a veces que le recuerdo
a un viejo maestro ora risueño, ora sombrío,
al que tanto quiso que al morir este lloró de veras
largos ríos de petróleo que cubrieron las aceras.

La niña de lazo verde y ojos grandes
acompaña cada semana a su madre
para mirar a un chico en el mercado,
que ayuda a su padre a vender fruta.

Ella, tímida, disfruta un rato de su figura
y después traspapela el sentimiento y se va
de nuevo, sin intercambiar palabra
y guardando con celo la mirada que le dedicó su adonis.

Yo sonreí y aguanté su réplica.
¿Te ríes de mí?. Jamás. ¿Entonces?
Me recordaste a Amelie y el fotomatón ¿Recuerdas?
Ella no recordaba. No importa, sigue.

Y siguió y me comentó que ansiaba de veras
acogerse a sus brazos, abrazarse a la espera
en la que el tiempo dulzón del amor pasea
y nos cubre de sonrisas y quimeras.

Aguántale la mirada y sonríe.
Que se de cuenta de que te interesa.
Me cuesta, me cuesta. Apenas le miro y me entra la risa.
Pues que te vea reír. Ya no te lo quitarás de encima.

Así es como hice reír a la niña de ojos grandes y lazo verde.
Me susurró un adiós bajito y me besó en la frente.
Y la ví alejarse, el sol poniéndose tras su silueta.
Hasta siempre, Amelie. Y volvió a reír, sin entenderme apenas.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Adicción

Soy adicto a la literatura y al ensueño
a la prosa y al verso que no tienen dueño,
a la mística ternura, a las caricias prohibidas,
a curar mi cordura, a tu voz y estas rimas.

Somos más de los que anuncian
los locos inconscientes que denuncian las demencias,
el cinismo ardiente, lo aburrido de pensar
que por pensar diferente, te miraran mal
o te buscarán la frente.

"La imaginación es la peor de las drogas,
la que te vence y te atonta y te aleja del suelo,
la que eyacula el veneno que hace olvidarte
del tacto de lo real, lo que amenaza con alzarte."

Sólo tu voz me acerca de nuevo
a este mundo del que escapo cada vez que puedo.
Sólo tu risa, tus palabras sinceras,
son capaces de enterrar bajo el ocaso mi pena.

¿Dónde estaba el cambio que amenazaba con llegar?
¿Dónde las palabras que anunciaron?
Solo quedó un llanto tras el huracán,
el de un huérfano hambriento que ya casi es un anciano.

Prefiero convivir con las ideaciones que me achacas
que con los falsos amores, el dolor y la amenaza
de que matando los sueños, de que empuñando la lanza,
acabaremos por llamar utopía a la esperanza.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Carteles

Ayer vi a dos hombres gritando.
Los dos vestidos igual,
misma camisa, mismo bigote,
empuñando un cepillo babeando pegamento
y sendos carteles.
Hasta los carteles eran parecidos:
Dos hombres, sonrisa serena, mirada pausada.
La única diferencia apreciable era el color de fondo.
Rojo vs azul.
Primero apareció el hombre del cartel rojo,
puso su cartel en la valla publicitaria
frente a la ventana desde la que yo miraba,
y se fue.
Después llego el hombre de azul, misma actitud, misma rutina,
pegó su cartel encima del de el otro y marchó.
Pronto volvió el rojo con más carteles y soltó un exabrupto
al ver otro rostro distinto del que puso.
Lo tapó y aguardó a que el otro llegara.
Cuando lo hizo, comenzó una discusión encendida
ya saben, de esas tan comunes en nuestro país.
Pocos argumentos, poca escucha, y gran volumen.
No pude evitar una sonrisa maliciosa cuando resolvieron
romper cada uno los carteles del otro y destrozar la obra de cada uno.
Intenté decirles que en la valla había sitio de sobra para los dos rostros,
y si me apuraban, más rostros semejantes tatuados en otros colores.
Sin embargo, prefirieron seguir peleando sin escucharme ni escucharse,
hasta que resolvieron marcharse - en direcciones distintas-
dejando la valla desnuda y abochornada.
Disculpen si fue osadía recordar en ese momento el debate.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Archivar sentimientos

Olvidar, desentenderse, resetear, formatear,
archivar sentimientos... está a la orden del día.
Vivir cada día impidiendo que la gente traspase nuestras capas superfluas,
mantener las profundas siempre limpias.

Dejar conocer de nosotros solo una ínfima parte,
para nunca depender de otros, para que no nos haga daño nadie,
y mentir -o mejor aún- callar verdades.

Recordar que el amor no es eterno -precaución, cariño, ya llega nuestro ocaso-
y despojarnos de amigos, familia, parejas y principios
cuando los vínculos amenazan con corromper nuestra independencia.

¿Por qué te vas? Porque te quiero. La trama se invierte
y el protagonista no sabe qué hacer con sus lágrimas.
No hay un amor muerto que justifique el luto,
solo la sensación de haber sido tan injusta y duramente engañado,
que ni siquiera encuentra argumentos para la discusión.

Y crecen las asimetrías del mundo. Las cicatrices de la gente
pura- y normalmente más ingenua- se agrandan e infectan,
ausentes en aquellos que no se alteran cuando dañan.

Y ahora qué, dónde encontraré tus abrazos.
Qué importa eso. Los míos no fueron mejores que otros.
Él no la desmiente, herido, consciente de pronto de que en verdad,
eran totalmente diferentes.

Se abrazará a un olvido esquivo, mientras ella apenas recuerda su rostro,
bailando con el fuego de otros hombres, otros rostros.
Y continuará su juego, el que él fue incapaz de entender, quizá ella también lo sea.

El tiempo jugará sus cartas y apenas quedará un murmullo del amor ficticio.
Uno de los dos se irá consumiendo, como una vela moribunda, con sus capas más profundas sangrando veneno y el otro seguirá sin detenerse, ni enseñar esas capas a nadie.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Fallabas -Cintadecorrer



Esta vez mi música se deja sorprender
por tu adiós ensayado una y otra vez.
Tú no decías nada y yo moría al saber

Que despegar implicaba un golpe al volver,
que aún no estabas lista para rehacer
los trozos de mi alma repartidos por tu piel.

"Quédate al menos hasta saber dónde irás,
al menos hasta encontrar el lugar
donde olvidar quién fuiste y quién serás..."

Los muertos se iban de fiesta.
Atardecer color magenta.
La luna brillaba tan llena
como tú de viejas promesas.

Los coches, los rostros, las tiendas
grabados a fuego en mi pena.
Las nubes lloraban sinceras.
La lluvia arrastraba la tierra.

Nada más se supo de aquel bar
donde dejaste un vaso a medio acabar
o a medio llenar...

No supe cómo convencerte de que al marchar
mil monstruos ocuparían tu lugar
haciéndome imposible continuar.

Te miré como quien mira a un cuadro que no entiende
y musite algo así como que estaba bien,
y no lo estaba.

Los muertos se iban de fiesta.
Atardecer color magenta.
La luna brillaba tan llena
como tú de viejas promesas.

Los coches, los rostros, las tiendas
grabados a fuego en mi pena.
Las nubes lloraban sinceras.
La lluvia arrastraba la tierra.

No quise decirte que fallabas
al pensar que habría algo mejor
que un mundo en el que estábamos juntos,
pero fallabas.

No quise decirte que fallabas
al pensar que habría algo mejor
que un mundo en el que estábamos juntos,
pero fallabas.

Pero fallabas.
Pero fallabas.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Lo siento

No sabes cuánto lo siento. Odio hacer malabares con tus ilusiones, odio arrastrar el ancla del pasado.Me siento incapaz de cicatrizar viejas heridas,esas que a ti te faltan.
La vida se ha portado bien contigo y no puedo ser yo quien quiebre el cristal de tus sueños.
Hay un momento, quizá algún día lo entiendas, en el que se cambia para siempre. Cuando recojas todas tus ilusiones, las recuentes e inviertas en alguien y ese alguien te falle, te perderá la vida. No te reconocerás. Perderás algo que creías intrínseco y el mundo irá perdiendo color y luz paulatinamente. Odiaría ser yo quien te robe el brillo de los ojos, el mismo que un día tuve, ese que empiezo a extrañar y temo no volverá. Te quedan muchas mañanas. Muchos besos. Y personas que sabrán arrancarte sonrisas mejor de lo que yo haré jamás.
El mundo sería mejor si hubiera más personas como tú, sin malicia, enteras, pero ya lo sabes, predominan los cabrones, selección natural...
Nada más. No quiero entretenerte más tiempo. Aun queda tanto por vivir... Estoy seguro de que serás enormemente feliz, y encontrarás esa felicidad mucho más facilmente de lo que otros lo haremos. De hecho, probablemente la merezcas más.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Hola, me acuerdo de ti.

-Hola, ¿te acuerdas de mi? Solías decirme te quiero.
-Verás, tu rostro y tu voz los recuerdo.
Tu nombre aún juguetea en mi garganta.
Trago saliva antes de intentar abordarlo.
Sobre lo de decirte o no decirte palabras imprecisas,
para qué caer en términos difusos.
Lo dije más veces de lo que debía,
más por vicio que por deleite.
De hecho, eran innecesarias del todo.
Sabías leerme los sentimientos como dices
que yo suelo hacer con la gente.
De hecho nunca dejé de decirte te quiero:
Tú dejaste de oírlo.
Aun lo digo cuando vuelves la cabeza,
o pareces no escucharme.
Se me caen solas las palabras
cuando me puede la rutina,
los monstruos del armario,
y la sístole y diástole arrítmicas
sin tu aliento.
Se me caen acompañadas de suspiros,
de rezos sin destinatario,
de quejas quedas y tímidas,
que en ocasiones - el tedio a veces me puede-
se convierten en las más terribles maldiciones.
Ya sabes, amor, que sigo trazando mi camino.
Que evito curvas innecesarias, como algún día me aconsejaste.
Pero los trazos rectos anulan la emoción de la duda,
con la certeza de que ya no te veré al doblar la esquina.
A veces cuando la noche se desploma y vuelvo cansado,
pensando que aún debo cambiar las cuerdas de la guitarra
y terminar dos o tres trabajos,
en el camino desde la escuela de música a mi casa
sigues apareciéndote paseando algún perro,
empujando un carrito, o conduciendo un mini.
Me saludas al pasar junto al paso de cebra,
donde los resquicios entre líneas blancas se me antojan precipicios.
Entonces pestañeo y tu rostro se descompone en el de otra persona,
acaso conocida, probablemente nueva.
Resuelvo, entre bostezos, que el día ya ha cesado en su empeño
de ayudarme a soportar la ausencia,
y corro deprisa a casa,
olvido los trabajos y la guitarra
y me aferro a las sábanas.
Es entonces, antes de cruzar el umbral de los sueños,
cuando invoco tu nombre - que juguetea en mi garganta-
trago saliva, y te digo repetidas veces.
Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero.
Pero claro, tú no puedes oírlo.
Al menos me queda la certeza de que aun me lees los sentimientos
a pesar de la distancia y el tiempo perdido,
porque amar a una persona es como andar en bici.
Nunca se olvida.

martes, 1 de noviembre de 2011

Guardar tu recuerdo

Lo he pensado bien.
Voy a borrar todo lo malo que hiciste,
me arrancaré los cristales,
la daga de entre las costillas,
y guardaré tu recuerdo,
a buen resguardo
entre algodones.

Así, cuando quiera quitarme de en medio,
tirite de hastío o me duela el espejo,
rebuscaré dentro de mi,
desempolvaré tu recuerdo,
inspiraré fuerte y me purgaré las lágrimas.

¿Recuerdas cuando te susurraba aquella canción?
Has de saber cada nueva mañana que un tipo a menudo
piensa en ti y sonríe aunque quizá no sean sus días más felices...

Así serás mi ángel de nuevo. Ahorcaré las ganas de volver a verte.
Arañaré el añoro hasta que sangre.
Borraré tu número de teléfono,
olvidaré donde vives,
dejaré de encallar en tu muro.

Solo dejaré vivo el recuerdo de tu rostro,
tu sonrisa al besarme,
tus ojos brillando,
y todos los momentos.

La pérgola, el andamio, las clases sentado a tu lado,
el libro de Neruda, las primeras canciones,
besarte en los recreos, sufrir sin hablarnos,
la lluvia de verano, la burbuja de humo,
el miedo en mis labios, apaga la luz,
tus dedos jodidos, manantial de lágrimas,
las noches hablando cuando debíamos estudiar, apriétame fuerte,
el beso de despedida, el reencuentro, los reproches,
la sal en la herida, la sal en el cuello, la razón de los besos,
los regalos, la sorpresa en tus ojos, el adiós en la niebla...

Que nunca nadie borre lo que fuimos.
Que nunca nadie me borre tu recuerdo.