jueves, 29 de diciembre de 2011

Café

Le tiré el café encima y me miró con todo el odio del mundo concentrándose en sus ojos. Yo compilé apresurado un ramo de excusas y trastabillé de tan nervioso que estaba. A ella le debió de parecer divertida, o quizá dulce, mi aprensión así que dijo "No es nada" y comenzamos a charlar.Tardó poco en desnudarse, emocionalmente me refiero, y me dijo que tenía problemas familiares. Soy mal consejero y siempre me escudo en el humor ante este tipo de situaciones. Le dije que mi padre era peor que el de Kafka; me gustó su sonrisa. Era sincera, no cumplidora. Para cuando abandonó la cafetería yo ya estaba enamorado. Para cuando salió y respiró el anochecer yo ya había recuperado mi fe en el destino.

Caleidosférico





Cómo desearía equivocarme
pero tienes miedo
de la luz y del silencio
y por eso gritas

Yo tampoco entiendo tu regalo
si te encuentro a mi lado
nos quedamos quietos
por si desaparece

Quieres algo
que hay escondido
Te has acercado demasiado
al campo de atracción


Este juego es una tontería
me lo dices mientras duermo.
Te escuchaba todo el tiempo
yo tambien estoy despierto aún

Quiero algo que hay escondido
y te has acercado
demasiado al campo de atracción
Y algo se ha detenido
magnetizados
nos hemos quedado suspendidos

Ojalá supieras

Ojalá supieras qué es renunciar a nuevos amaneceres en tus ojos
Ojalá algún día tengas que dejar marchar a alguien
porque tus promesas no le bastaron
Así me entenderías y soportarías
el caudal de emociones que me anegan
Ojalá no dejara de creerte
Desearía que mi amor no se mezclara
con mercurio y mentiras
Ojalá amarte no hiriera
o por lo menos entendieras
que hieres
y me entendieses


Ez da egia. Ez naiz aldatu.

nire ametsetan

hogei urte duzu beti.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Opereta

Hay un paraíso entre tu boca y tu nariz
donde solían anidar mis labios torpes;
un mar en calma diminuto
donde se concentran mis deseos.

Hay una canción de amor aún no compuesta
que te pertenece. Tiene tu nombre.
Pero no hay prisa, mi vida.
El ocaso se estira como tus bostezos.

Hay un pendiente en tu labio
que me recuerda el camino a casa.
Y una curva en el linde de tu boca,
semejante a una sonrisa, que solo aparece
cuando me acerco mucho, mucho.

Tu nombre está zurzido a mi voz,
mi beso a tu cuello,
mi risa a tu estampa.
Tu sola presencia aviva desplantes,
ahuyenta fantasmas.

Te vas y paso la lengua por mis labios,
extraño tu beso.
Echaba de menos estas tardes.
Creo que tu también.
Porque no parabas de reír.
Ni de mirarme.

Arrastro la piedra del deseo,
Sísifo castigado por tu herrumbre.
Te quiero querer
y tú no me dejas.
Por ahora.

martes, 20 de diciembre de 2011

Vas a acordarte de mí

Qué difícil es verte equivocada en otros brazos.
Qué fácil ahora discernir las mentiras de tu pasado.
Me acuesto pensándote, sin esa sonrisa antigua,
aprieto los dientes y cambio mil veces de postura
para que la espina deje de clavarse.
Te regalo bendiciones y buena suerte
regada en vino y sangre,
y mientras, me vacío un poco más.
Te imagino desnuda
acariciando otra piel
más suave que la mía,
menos agradecida.
Te imagino radiante,
más feliz que nunca,
más de lo que jamás pude hacerte,
visitando nuevos jardines,
abriendo cartas,
usando las mismas frases
con la que alimentaste mi ilusión e inocencia.
Escribo canciones en las que te obligo a recordarme,
nunca antes había mentido cantando.
Se las regalo al público.
Las oirán más gente de la que necesito y soporto.
Ojalá estuvieras asomándote entre las caras,
regalándome aquella lágrima que perteneció a otras batallas,
que ya nadie recuerda, sólo yo, porque a nadie contaste.
Así que seguiré cantando, regalando dolor e insomnio,
y no veré a la gente llegar.
Sentiré la plaza vacía,
porque solo tú podrías llenarla/me.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Queda prohibido

Ya ha llegado el frío.
Me acurruco en mi asiento mientras el autobús ruge y la mañana bosteza.
Frente a mí un hombre trajeado escribe palabras en el cristal.
El vaho se rinde a sus caricias digitales.
No alcanzo a ver las palabras.
Dibuja estrellas y nubes.
Y un sol menos redondo de lo que pretendía.
Me mira y esquivo la mirada.
Devuelvo la mía al libro que sujeto.
Le divierte la incertidumbre en mis ojos.
Sonríe y vuelve a escribir.
Tras su mano artista
las gotas de lluvia se desafían por el cristal.
Hubo un tiempo en el que yo también escribía en el vaho.
Al principio ensayaba palabras, cuando apenas sabía escribir.
Después números. Incluso algún poema.
Tiene algo romántico que el calor se lleve tus escritos.
A veces el frío los devuelve a su lugar si el conductor no limpia el cristal,
cosa que rara vez ocurre en esta hojalata rodante que me lleva cada día a la universidad.
Después escribí tu nombre
de camino al colegio, que casi no me atrevo a echar de menos.
Me sobran nostalgias y anhelos.
Me prohíbo aumentar la lista.
El tipo me vuelve a mirar.
Misma sonrisa socarrona.
Parece decirme que no es tarde
para volver a soñar.
Para proyectar mis palabras sobre el cielo gris.
Para acariciar la lluvia que se abraza al cristal.
Para perder el miedo.
Comienzo a escribir en mi lado.
Se acerca atento para leerme.
Plasmo mi memoria en el cristal.
Apenas sin esfuerzo,
las palabras fluyen de tan familiares.
Escribo "Queda prohibido" de principio a fin.
La lista de mandatos se proyecta en el cielo.
Ahora comienzan a abrirse claros.
Y el hombre sonríe de nuevo.
Esta vez su sonrisa es amistosa.

martes, 13 de diciembre de 2011

Tu también tienes motivos

Tú también tienes motivos para quererme.
Los apilas entre libros no leídos y canciones que te suenan
pero no llegaste a aprender.
Tú también tienes motivos, y aunque los guardes con celo y silencio,
sé que los acaricias las noches de niebla.
Y te entregas a ellos cuando la marea olvida el camino de regreso.
Mis motivos para amarte son fieras que me arañan y no me dejan descuidarte;
los tuyos, dóciles criaturas a las que arrullas y cantas,
y a las que de vez en cuando olvidas; por días o meses.
Pero de vez en cuando maúllan y lo veo en tus ojos.
Y en tus ojeras que hoy tampoco dormiste, esta vez pensando en mí,
que casi nunca duermo, frecuentemente por pensarte.
Sé que nuestro final es más largo que nuestro principio.
Desenlaces sinuosos. Prórrogas constantes. Miedo a lo oscuro.
Mi voz, tu grito, la rabia.
Dejar que el alba interrumpa nuestras conversaciones nocturnas
no es accesible a todos los corazones.
Menos aún a los que están tan podridos como los nuestros.
Me corrompe tu amor en barbecho.
Me aflige ser todo lo que soñamos y no entrar en tus sueños.
Y luego, maullido. Golpe en la trama.
Llamada perdida. La pantalla de mi móvil me escupe sarcástica tu nombre.
Y todo vuelve a empezar.

sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Qué hacer cuando nos sentimos solos?

No aguanto el deambular lento del segundero ni las caricias de la melancolía.
Cada canción me puntea la piel y la convierte en tierra yerma.
Harto de los mismos bares, el mismo silencio, las mismas respuestas
sin preguntar siquiera, bordo el tedio en una vida vacía de sentido.
Los libros, la música, los conciertos, son aire al que recurro
cada vez que siento ahogarme inmerso en rutinas.
Buceo en recuerdos.
Soy demasiado joven para la sonrisa agria con la que afronto la recapitulación.
Soy demasiado joven para recapitular, pero cada vez boceto menos el futuro,
cada vez paso más tiempo paseando solo, abriendo las compuertas de mi manantial de sentimientos
que me avergüenza y que temo compartir con nadie.
Antes temía a la oscuridad. Acabé acostumbrándome a ella.
Ahora temo a la soledad. Y me aterroriza pensar que pueda acostumbrarme a esta también.
La vida es un fluir constante de anécdotas, personas, verdades.
Todo tiene un tiempo para ser creído y todos un tiempo para ser amados.
La pureza de los sentimientos, la esencia,
termina degradándose cuando las palabras ya no son primerizas,
cuando ya dijimos esas mentiras, o esas verdades, que ahora se nos antojan menos sinceras.
Pero yo no sé moldearme al cambio. No puedo resignarme a perder a la gente.
No concibo la distancia, ni el bálsamo del tiempo, ni la sustitución de caracteres.
Todos se van. Se escurren irremediablemente de los dedos como agua de manantial.
Algunos creen un consuelo pensar que parte de aquellos que amaron se quedaron consigo,
con sus recuerdos, con sus vivencias.
Algunos creen un consuelo pensar que la otra persona también pensará en ellos a veces.
Yo no. Víctima de mi narcisismo, me siento propietario exclusivo de la nostalgia.
Y la recorro siempre en mis paseos, aunque no me ayude.
Porque no tengo respuesta al título de este escrito.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Buenas nuevas

Serás aprendiz de estrella, rinconcito de poesía, llantina de música.
Serás un regalo diminuto. Luz de luciérnaga en tu cuna.
Vendrás a este mundo de sombras, recogida tu luz en el atrapasueños.
Serás dulzura norteña; de azúcar tu barriguita.
Se posarán mariposas en tus pestañas y reirás cuando alcen el vuelo.
Risueño y feliz apretarás los puños blandiéndolos en el aire.
Habrán de callar los telediarios y los disparos.
Tu nombre resonará en las callejuelas que te vean crecer.
Abrirás los ojos a aquellos que dejaron de soñar.
Recogeremos entre todos tus errores.
Te tomaremos fuerte y pondremos tus pies sobre los nuestros,
ensayando el movimiento, enseñándote a pisar sin miedo.
Recordándote que llegaste para dejar huella,
para coger el timón del mundo con tus deditos
y enseñar a aquellos que ya crecieron cuál es el rumbo a seguir.

Aún tengo la noticia jugueteando en mi oído, los labios temblando.
Hoy tu sonrisa desdentada y tus pómulos redondos llenarán de colores mis sueños.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Que no me embarguen tu risa

Tiene tu nombre un regusto a desvelo y fracaso que atrae.
Desnudas mi condescendencia con la falsa admiración
con la que me hablas y me comprimes y me haces diminuto.
Te escucho cada vez que hablas, atento a tus pómulos, tu sonrisa sincera,
tu anacrónica inocencia y esa ingenuidad que amo
porque no se corresponde con este tiempo corrompido.
Disecciono tu acento, tu seseo arrastrado que me divierte y conmueve
a partes iguales, y raya lo divino la lividez de tu rostro.
Me reprendes por no escucharte y perderme en la admiración de tus formas
y yo sonrío y bebo de nuevo, consciente de que pronto dejaré de controlar mi impulso.
Te canto unas líneas que guardo en el recuerdo y callas, y me miras como si no me conocieras.
Se despierta una luz en tus ojos, bosteza y se estira cansada, y yo ronroneo cansado y feliz
de que al final me reconozcas. Compongo nuestra banda sonora, la sincronizo con tu risa.
Una lluvia de violines se anticipa al baile de nuestros corazones.
Vuelves a sonreír y esta vez encallo en tus labios.
Me quedo aquí. Quizá sea bravuconería porque el alcohol ya hace estragos.
Pero no pienso dejar que me embarguen tu risa.
Ya preparo la defensa.