jueves, 29 de diciembre de 2011

Café

Le tiré el café encima y me miró con todo el odio del mundo concentrándose en sus ojos. Yo compilé apresurado un ramo de excusas y trastabillé de tan nervioso que estaba. A ella le debió de parecer divertida, o quizá dulce, mi aprensión así que dijo "No es nada" y comenzamos a charlar.Tardó poco en desnudarse, emocionalmente me refiero, y me dijo que tenía problemas familiares. Soy mal consejero y siempre me escudo en el humor ante este tipo de situaciones. Le dije que mi padre era peor que el de Kafka; me gustó su sonrisa. Era sincera, no cumplidora. Para cuando abandonó la cafetería yo ya estaba enamorado. Para cuando salió y respiró el anochecer yo ya había recuperado mi fe en el destino.

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