martes, 13 de diciembre de 2011

Tu también tienes motivos

Tú también tienes motivos para quererme.
Los apilas entre libros no leídos y canciones que te suenan
pero no llegaste a aprender.
Tú también tienes motivos, y aunque los guardes con celo y silencio,
sé que los acaricias las noches de niebla.
Y te entregas a ellos cuando la marea olvida el camino de regreso.
Mis motivos para amarte son fieras que me arañan y no me dejan descuidarte;
los tuyos, dóciles criaturas a las que arrullas y cantas,
y a las que de vez en cuando olvidas; por días o meses.
Pero de vez en cuando maúllan y lo veo en tus ojos.
Y en tus ojeras que hoy tampoco dormiste, esta vez pensando en mí,
que casi nunca duermo, frecuentemente por pensarte.
Sé que nuestro final es más largo que nuestro principio.
Desenlaces sinuosos. Prórrogas constantes. Miedo a lo oscuro.
Mi voz, tu grito, la rabia.
Dejar que el alba interrumpa nuestras conversaciones nocturnas
no es accesible a todos los corazones.
Menos aún a los que están tan podridos como los nuestros.
Me corrompe tu amor en barbecho.
Me aflige ser todo lo que soñamos y no entrar en tus sueños.
Y luego, maullido. Golpe en la trama.
Llamada perdida. La pantalla de mi móvil me escupe sarcástica tu nombre.
Y todo vuelve a empezar.

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