sábado, 26 de mayo de 2012

Tv

No podía soportar su mirada de reproche, así que le di la espalda escrutando los colores que la televisión escupía contra la pared posterior. A ella mi silencio le parecía ensordecedor y subía y subía el volumen de aquel estúpido programa. A mi me parecía ver nuestro futuro escondido en aquella penumbra cromática de violenta soledad. El segundero parecía hendirse en nuestros sentimientos, el tic, golpeaba al corazón, el tac, la esperanza. Y así tumbado, deseando poder mirarla sin ver su odio, grité. La dejé así, alarmada, culpándose-o quizá aliviada-. Aún revivo aquella noche en sueños. El eco del portazo siempre me despierta.