jueves, 30 de junio de 2011

Stand by

Las musas se van de vacaciones.
Volveremos, con prosas mejores, con versos más certeros.
Hasta pronto.

martes, 28 de junio de 2011

Verano

Con gotas de sudor perlando el tiempo
que vaga como el dromedario moribundo
por el desierto.
Así transcurrían los días.
Las noches... las noches eran un recodo de brisa,
un concierto de luciérnagas que coloreaban las sombras,
estrellas terrestres.
A lo lejos las risas de los niños, chapoteando ilusiones.
Alguno lloraba... Lo has echo a posta...
Al poco un padre atento le compraba un dulce.
Ya no importaba quién o qué le hubiera golpeado.
La próxima llantina afloraría cuando el helado
tomara tierra, víctima del calor y del despiste de su dueño.
Tu voz seguía allí, el recuerdo no toma vacaciones.
Estaba en los columpios, en la verde hierba que crecía silenciosa,
en la arena, en el mar, la montaña, el cielo, la forma de las nubes.
Será mejor volver a la lectura;
Dejar de pensar.

lunes, 27 de junio de 2011

Entretanto espérame

Entretanto espérame.
Abre las ventanas.
Airea tu alma.
Sacude el polvo
de las rutinas.

Respira la calma
de este calor que ahoga,
de esta espera que amansa
las prisas y las ganas de avanzar.

Afila tu inocencia,
despide a la mesura cotidiana
con la que afrontas las cosas.
Hoy es día de fiesta.

Espera a mi llamada.
Ponte el vestido verde.
Y no te maquilles,
te quiero entera.

Fuma el último cigarro.
Contempla la noche cerniéndose
sobre ti, sobre tus hombros desnudos.
Apóstate en el balcón y mírame llegar.

Yo soy ese. El que se acerca dando tumbos.
Y me ves tocar tu timbre y sonríes.
Y me ves mirar nervioso a todas partes
sin reparar en tu vigilia. Y sonríes de nuevo

sábado, 25 de junio de 2011

Ataques

De vez en cuando me asalta la conciencia
un pensamiento horrible que acelera la respiración,
que estrangula con fuerza.
Te pienso, no como ahora entre mis brazos,
te pienso en brazos de otros,
te pienso antes de encontrarte.
Imagino lo que fuiste,
lo que serías de no estar aquí conmigo,
lo que serás cuando comprendas que tu sitio no es éste.
Eres tan grande y yo tan pequeño...
Y cuando pienso en todo ésto comprendo
que es imposible que tú no lo pienses
y me siento como el nido en el que reposas antes
de alzar el verdadero vuelo,
de ser el ave majestuosa que en verdad eres.
No puedo evitarlo, no puedo vivir
sin ensoñar un futuro contigo,
un futuro oscurecido por la certeza imposible
de que nunca habrá un futuro contigo.
Un futuro contigo, ilusión que me mece,
que me canta y me sumerge de nuevo en este sueño
que es besarte.
Y ojalá que nunca despertase...
Ojalá que nunca despertase.

jueves, 23 de junio de 2011

Duermevela

Como agua cristalina danzando
lenta
muy lenta por el arroyo,
así discurre tu sueño.
Hoy tu sueño es el mío
porque en mi sueño lo llenas todo.
El tiempo no pasa, la vida se estanca
en un dormitar que parece eterno.
Tus noches, tus días, todo lo llenan
todo lo alcanzan en este segundo infinito.
Y en este estado de duermevela,
cuando casi olvidamos que nuestros cuerpos se abrazan,
cuando en esta oscuridad casi total nuestras mentes parecen alejarse,
te siento más cerca que nunca, porque nuestras almas también se tocan.
Y podría pasar esta eternidad diciéndote
te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero...
Pero ya lo ves, vida mía, esta infinitud es sólo una ilusión
encerrada en un segundo, y cuando la mañana nos alcance al fin,
la noche no habrá bastado para enseñarte mi sentimiento.

Directo

sábado, 18 de junio de 2011

En tus sábanas



Se consumen las velas
Y tu vestido se mueve como el tul.
Con el brillo del fuego
que extinguiéndose ahora brilla azul

La luna orgullosa se esconde
Y se pinta de carmín
De tu boca se escurren aromas
Que siempre me llevan a ti.

En tu mar se queda mi aurora
Mis noches en vela, mi cielo marrón.
En tu cuello se queda mi azúcar,
Mi pétalo tierno, mi anhelo de luz.

Te acercaste lentamente y recordé
Una de esas maravillas que olvidé
Me besaste y en tu beso se quedó
Todo el fuego de mi pulso con el sol.

Sirenas surfeando las olas del pelo que ahora yo
Recorro extasiado, y busco en el mapa de abrazos tu olor.
En tu mar se queda mi aurora
Mis noches en vela, mi cielo marrón.
En tu cuello se queda mi azúcar,
Mi pétalo tierno, mi anhelo de luz.

viernes, 17 de junio de 2011

Carta a Patricia (V)

"Te echo de menos"
Cuatro palabras. Trece letras. Una verdad... Y el detonante. Mi vida, varada en la rutina y en el tedio, aceleraba de pronto como en una atracción de feria. Hiciste bien en prevenirme de que pensabas venir a Madrid y buscarme, hiciste bien en obviar tu primer impulso de sorprenderme. No creo que hubiera sabido reaccionar al verte en mi puerta, sonriendo, de nuevo.
Los días que precedieron tu venida pasaron a gran velocidad, llenos de luces y formas ambiguas. De pronto veía la vida como desde un caleidoscopio. De pronto, mi corazón latía vida y no resignación.
"Te quiero"
Dos palabras. Ocho letras. La avalancha. No podrías haber buscado mejor forma de saludarme cuando al fin nos encontramos en la terminal, cuando por fin te vi,nervioso y sonriente después de una hora esperándote, llegar y poner cada una de tus cosas en una caja de plástico blanco para poder pasar por el detector de metales.
El vuelo 16 se había retrasado. Pero nunca, de verdad, nunca disfrutaré de una espera más dulce.
"Te quiero" Y se apagaron las luces. Retumbaron tus palabras en todo el edificio, se resquebrajaron los cristales, la gente echó a correr. Se formó en torno a nosotros un círculo conformado por pasajeros y familiares enloquecidos que no entendían todo ese ruido, toda esa oscuridad.
Pero cuando me besaste, todo cesó de golpe,y afloraron las sonrisas. El mundo había encontrado por fin su movimiento, el planeta había vuelto de nuevo a su órbita y tu fuego, a mi vida.

miércoles, 15 de junio de 2011

Confesión

Verás, yo sé que a veces no soy
más que un cantante afónico
que lanza chinas contra tu ventana,
te visita cada noche y se enoja
si no sales al balcón
y me das tus buenas noches.
Sé muy bien que mereces
por lo menos un trovador
de sueños, un juglar de utopías,
el rey de los amantes,
un Dios de la sensualidad,
y que yo apenas soy un pobre
infeliz muerto de sed
que bebe de tus labios.
Si esta rana pudiera convertirse
en príncipe, si tuviera
la fórmula que disolviera
tu lágrimas, borraría tu miedo
de un plumazo, regresaría
la sonrisa que amo y la mantendría
por siempre en equilibrio en el
eje de tu dulzura,
no dudes ni un momento,
que daría mis siete vidas
de demonio por embaucarte en un abrazo
infinito, hacerte feliz por siempre
y engañarte para que en esta piedra
no veas a un sapo sin nombre,
sino el adalid de tus deseos,
la cúspide de tu ambición.
No puedo, sin embargo, mentirte
y me siento obligado a decirte
que temo que el resto no me vea
tras este vaho de pequeñez
que me transforma cuando estoy a tu lado,
porque Tú, reina de Persia,
buque insignia del amor negado
a tantos, y tu comparativa
me convertís en este príncipe
fracasado que se aferra a no perderos.

martes, 14 de junio de 2011

Acrostiche

Para desafiar a los airados Lestrigones,
a la hora de afrontarlos basta una sonrisa,
una sonrisa como la tuya que se erija altiva y
languidezca sus intentos de sembrar el miedo.
A veces, veo que lo mismo pasa en los días en que el
sol se levanta temprano, y no existiendo lestrigones,
abundan los padres sin sentimientos, los jefes que
ladean la cabeza por respuesta, la gente tirana
a la que desprecias, a la que no aguantamos.
Dos son las palabras carnales que conforman la letanía
oblicua que compone mi rezo. Te quiero.

lunes, 13 de junio de 2011

Karma

No es que yo sea así
ni que me caracterice
por mi temperamento
pero hay días en que
me doy cuenta de que
hay gente que sobra.
Y no sé si creer en
el castigo a los pecados,
o en el Karma
que de la vuelta a
sus acciones.
Quizá es la fiebre
y los delirios,
pero a veces echo
de menos algo más
de justicia moral.

domingo, 12 de junio de 2011

Película

Había olvidado por un tiempo
por qué amaba las canciones
que amo.
Por qué me emocionaban
las películas
que hacen que se erice
mi piel.

Había olvidado
cómo sonreír
sin motivos
ni necesidad.

Pero , ¿sábes?
Acabo de ver
una película preciosa,
y al acabar
he visto tu nombre
sustituyendo cada uno de los créditos.

Iluminadora de sonrisas,
técnico del sonido del alma,
directora de sueños,
doble en escenas de cama,
diseñadora de corales,
y de los muebles que decoran mis
ventrículos;
He sentido la necesidad
de llamarte y decirte
te quiero,
pero me he contentado
con venir aquí y escribirte esto
para no asustarte.

sábado, 11 de junio de 2011

Plan A

Debería encontrar el antídoto a tu risa
por si un día te vas.
Debería idear una herramienta de olvido
que te desdibuje por si dejas de amarme.
Debería encontrar un Plan B,
desconfiar de la utopía de tu abrazo,
saber que la eternidad es efímera,
y el sentimiento podría diluirse
como volutas de humo.

Pero la realidad es más sencilla
que habitar especulaciones,
mas sólo le pido a la vida
que me deje bajar
por tu cuerpo,
hablarle a tus senos, susurrarles mentiras
y ver como se eriza tu inocencia.
Trazar el mapa de tu boca, buscar
la India de tus besos y encontrar
América en tu cuello.
Allí buscar las especias
que por fin sacien mi hambre de sueños,
mi sed de abrazos,
y mirarte y sonreírte
y abarcar el mar que nos separa.

Porque ese mar, cuando te beso,
no es más que un charco ridículo.

Nuestro mar

Debería encontrar el antídoto a tu risa
por si un día te vas.
Debería idear una herramienta de olvido
que te desdibuje por si dejas dea marme.
Debería encontrar un Plan B,
desconfiar de la utopía de tu abrazo,
saber que la eternidad es efímera,
y el sentimiento podría diluirse
como volutas de humo.

Pero la realidad es más sencilla
que habitar especulaciones,
mas no le pido a la vida
que me deje más que bajar
por tu cuerpo que sabe a sal y paz,
hablarle a tus senos, susurrarles mentiras
y ver como se eriza tu inocencia.
Trazar el mapa de tu boca, buscar
la India de tus besos y encontrar
América en tu cuello,
y mirarte y sonreírte
y abarcar el mar que nos separa.

Porque ese mar, cuando te beso,
no es más que un charco ridículo.
y allí buscar las especias que
sacien mi hambre, el deseo.

martes, 7 de junio de 2011

Inconmensurable

No hay nada mejor que escribirle a tu aurora,
sentarse bajo el olmo de tu risa,
y ver pasar la vida.

No hay nada mejor que perderse en tus lágrimas,
escucharte cuando dices que me quieres,
hundir mis manos en los recovecos de tu dulzura,
y hacerte cosquillas.

No hay amor más temprano que tus buenos días,
ni noche más oscura que en la que estás lejos.

No hay dolor más intenso que tu marcha,
que tu sombra en el espejo.

No hay acorde en mis canciones que no sepa a tí,
ni voz para decirte lo que siento
ni luz que haga frente a tu mirada,
ni cuento que guarde tu fantasía ni dioses
que puedan arrastrar con sus truenos,
más magia que uno de tus susurros.

Respuesta de Patricia

Lloraba por lo que mis actos avivaban, por los niños tirados en la calle, por los ancianos que eran robados, por las cosas tan bonitas que escribías... en conclusión, lloraba por demasiadas cosas. Pero nunca había llorado de alegría. Y siempre me cuestioné cómo podrían hacer eso.
Nunca tuve claro que se pudiese, de hecho.


El otro día lo comprobé. ¡Dios! Es genial. Estaba en el autobús de vuelta del viaje de estudios sentada con mi amiga de toda la vida. Ibamos presumiendo de nuestro nuevo móvil del cual no nos separábamos ni un sólo instante. Detrás iba él. Todavía le quería... pero no podía hacer nada. No estaba segura de poder hacerle feliz como él merecía.


De hecho, no creo que pueda hacerle feliz a nadie.
¿Inseguridad? ¿Baja autoestima? Puede ser. Pero es inevitable. No conozco las razones por las que un tío como él: inteligente, divertido, querido y con unos preciosos colmillos podía querer a alguien como yo: bajita, normal, más gorda que delgada y sin dientes afilados a la vista.


Pero entonces, mi amiga se durmió e hicimos una parada en una gasolinera. Él tenía sueño, se percibía en su pelo desgreñado y sus ojos llorosos - aunque esos son más habituales-. Entonces, me atreví a preguntarle si podía sentarme al lado suyo y me dijo que sí. Por supuesto. Creo que el seguía queriendome y lo peor, es que yo no sabía cómo decirle que también. Que no sé por qué razón del destino, el karma, Dios o quien fuese esa fuerza provocaba un final trágico en mis relaciones.


Y se iba acercando el momento. La verdad, es que pensandolo en frío no es significativo. Pero Dios... me sentía tan bien. Bueno, no adelantemos acontecimientos.


Nos sentamos y me dejó un auricular. Me puso canciones de Ivan Ferreiro e Ismael Serrano. Me cantaba al oído y yo suspiraba por dentro. ¡Qué bonita voz!
Me apoyé en su hombro y poco a poco fui cerrando los ojos. Los abrí unas cuantas veces hasta que al fin, vi que él también los había cerrado. Y entonces, sonó una canción. Esta era de Maldita Nerea - Cosas que suenan a triste- y escuchaba la letra. Le tenía tan cerca y a la vez tan lejos. Entonces me repetí una vez más que besarle sería algo inapropiado e inconsciente. Y se me cayeron las lágrimas. Porque él me quería tal y como era y tenía que admitirlo de una vez. Porque había alguien que me podía querer y... lo mejor de amar, es ser correspondido. Y aunque no pudiera darle un beso... sentía que nos complementábamos, que siempre estaba presente y que lo nuestro nunca había terminado. No éramos buenos amigos, éramos una buena pareja. Pero sólo quedaban los restos en mi mente y en nuestros sueños.


Entonces... solo tendría que esperar. Aguantarme como lo había estado haciendo durante meses. No podía volver a hacerle tanto daño. No, por favor. No se merecía nada de eso.
En cambio, tenía que llegar el momento en el que mis deseos superasen mi lógica aplastante. Un bonito beso de despedida y reencuentro a la vez. Bonitos recuerdos que traer otra vez a la memoria. La próxima vez, dejaré que seques mis lágrimas. Junio siempre fue un buen mes.

lunes, 6 de junio de 2011

Carta a Patricia (IV)

A veces pienso que somos como pájaros con ganas de volar. Las ventanas siempre están cerradas. Nunca nos damos cuenta. Al alzar el vuelo nos rompemos las alas con el cristal. El mundo parece estar tan cerca...

Pero el mundo está lleno de esperanzas valdías. No sé quién demonios se esmera tanto en limpiar las ventanas para que creamos que están cerradas. No me lo explico...

Pero volvamos a donde lo dejé, aunque, de serte sincero, apenas recuerdo detalles  difusos de aquel tiempo. No dejaba de pensar en ti, en Madrid los suspensos desfilaban y pronto me vi obligado a dejar de estudiar. Me quedé solo, escéptico de cuanto me rodeaba, temerosos de nuevos desengaños. Olvidarte fue la tarea más ardua que la vida me ha deparado.

Me avergonzaba volver a casa sin los estudios finalizados, así que comencé a trabajar como repartidor en almacenes, como mozo de carga... Sin duda fueron años crueles que hacían añicos mis deseos y ambiciones. Un buen día decidí dejar de lamentarme y dar un golpe de autoridad. Comencé a recomponer una novela que había ideado cuando la inspiración siempre estaba en vena, cuando tu amor era mi abrigo.

He de decir, desde el cristal que los años me conceden, que la novela fue una auténtica mierda. La editorial me firmó un contrato para dos libros más pero el primero no llegó a la segunda edición.

El segundo, por contra, fue una obra maestra: Lo mejor que he escrito en mi vida. Los críticos, recelosos, lo acogieron con frialdad y desprecio y moldearon la conciencia de mis posibles lectores, que nunca lo fueron.

Enfermé, dejé mi trabajo de encargado de almacén. La promoción a este puesto fue el único triunfo que esos años me depararon y sin embargo, un maldito tumor me obligaba a renunciar a él. No fue nada; la operación apenas duró una hora. El tumor, benigno, no causó más complicaciones y dediqué el postoperatorio a cuajar mi tercera novela, la que a priori creí que sería la última. Vendí totalmente mis principios. Escribí un folletín a la antigua, con plagios descarados a Agatha Cristie, una trama totalmente fantaseosa que trataba de ser realista y un final que, atrapado como estaba en un callejón sin salida, decidí resolver con un componente sobrenatural. El acogimiento de esta ruindad fue tan caluroso que me entraron ganas de alejarme del mundo. Llovieron las felicitaciones, el aplauso de la crítica retumbaba allí donde me presentaba...

Y entonces me llamaste. Yo había mandado la segunda novela por correo a casa de tus padres, en Bilbao. No sé por qué lo hice, ni por qué en la contraportada se leía " A Patricia, mi luz y mi sombra". El caso es que no recibí respuesta y perdí toda esperanza.

Aún así, ahí estaba mi móvil en la mesilla. Con la noticia de una llamada perdida, que iluminaba la pantalla y tu nombre, que se erigía altivo, casi insultante, desafiando al olvido.

Me costaron varios días devolverte la llamada.

Ojalá lo hubiera hecho antes.

Cuando había renunciado a toda esperanza, el destino - caprichoso- había abierto de nuevo las ventanas.

Abelardo y Eloísa

Aquel año no esperábamos la primavera,
pero al final los cerezos florecieron en junio.

Aquel año, la vida, harta de verme caminar en círculo,
dejó un regalo en mi trayectoria, tu sonrisa de vuelta.

Volvieron a florecer poemas, me concedieron el alta
y me reincorporé a mi trabajo de especulador de sueños.

Me reconcilié con Dios, con el destino, con tus días grises.
Me recordaste a qué sabían tus besos.

¿Recuerdas el primero? En aquel portal frente a la Luna.
Oí que llevaron una jardinera y en ella llovieron nomeolvides.

Ahora una placa, de las que reciben a turistas, conserva nuestra historia.
"Abelardo y Eloísa" reza la insignia.

Cada vez que lo veo sonrío y tú conmigo, porque aquellos nunca llegaron a Bilbao,
porque la historia real (la nuestra) no tuvo ni tendrá un final trágico.

sábado, 4 de junio de 2011

Quererte...

Hoy es el día en el que una única certeza sirve para no derrumbarse.
Quererte es un salvavidas.
Ojalá aquellos que me llaman presuntuoso cuando digo que qusiera abarcar el mundo, supieran lo que siento al abrazarte.

La carta

Cansado de tirar botellas
y maldecir el silencio por respuesta
le llegó un mensaje al náufrago.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.

Después de mucho tiempo
con la piel cuarteada
por la sal y el sol,
después de renunciar a la vida,
una carta sin destinatario,
sin remite,
le devolvió el sueño
como agua de mayo.
Guió a la esperanza de regreso
y con su plumaje blanco
eclipsó el sol,
sus llagas sanaron,
su sed amainó,
su tristeza naufragó
en lágrimas de sal.

Aquella carta era un beso.