miércoles, 28 de diciembre de 2011

Opereta

Hay un paraíso entre tu boca y tu nariz
donde solían anidar mis labios torpes;
un mar en calma diminuto
donde se concentran mis deseos.

Hay una canción de amor aún no compuesta
que te pertenece. Tiene tu nombre.
Pero no hay prisa, mi vida.
El ocaso se estira como tus bostezos.

Hay un pendiente en tu labio
que me recuerda el camino a casa.
Y una curva en el linde de tu boca,
semejante a una sonrisa, que solo aparece
cuando me acerco mucho, mucho.

Tu nombre está zurzido a mi voz,
mi beso a tu cuello,
mi risa a tu estampa.
Tu sola presencia aviva desplantes,
ahuyenta fantasmas.

Te vas y paso la lengua por mis labios,
extraño tu beso.
Echaba de menos estas tardes.
Creo que tu también.
Porque no parabas de reír.
Ni de mirarme.

Arrastro la piedra del deseo,
Sísifo castigado por tu herrumbre.
Te quiero querer
y tú no me dejas.
Por ahora.

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