jueves, 10 de noviembre de 2011

Carteles

Ayer vi a dos hombres gritando.
Los dos vestidos igual,
misma camisa, mismo bigote,
empuñando un cepillo babeando pegamento
y sendos carteles.
Hasta los carteles eran parecidos:
Dos hombres, sonrisa serena, mirada pausada.
La única diferencia apreciable era el color de fondo.
Rojo vs azul.
Primero apareció el hombre del cartel rojo,
puso su cartel en la valla publicitaria
frente a la ventana desde la que yo miraba,
y se fue.
Después llego el hombre de azul, misma actitud, misma rutina,
pegó su cartel encima del de el otro y marchó.
Pronto volvió el rojo con más carteles y soltó un exabrupto
al ver otro rostro distinto del que puso.
Lo tapó y aguardó a que el otro llegara.
Cuando lo hizo, comenzó una discusión encendida
ya saben, de esas tan comunes en nuestro país.
Pocos argumentos, poca escucha, y gran volumen.
No pude evitar una sonrisa maliciosa cuando resolvieron
romper cada uno los carteles del otro y destrozar la obra de cada uno.
Intenté decirles que en la valla había sitio de sobra para los dos rostros,
y si me apuraban, más rostros semejantes tatuados en otros colores.
Sin embargo, prefirieron seguir peleando sin escucharme ni escucharse,
hasta que resolvieron marcharse - en direcciones distintas-
dejando la valla desnuda y abochornada.
Disculpen si fue osadía recordar en ese momento el debate.

1 comentario:

  1. Los adultos "de colores" tenemos la propiedad de comportarnos como energúmenos cuando los blandimos. Poco separa en cerrazón la actitud del azul de la del rojo, poco será después en el poder la diferencia de actuación del rojo de la del azul, si se cambian las tornas.

    Y el razocinio, como no es un color, no sirve en esos casos para casi nada.

    Es una asignatura pendiente de la humanidad que no sé cuándo se aprobará, de momento, las competencias en ese área están muy lejos de lograrse.
    ¡Es una pena!

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