viernes, 29 de julio de 2011

Luna

Le escribo una oda a la noche y me mira con sorna.
- Te equivocas de musa- Acierta de pleno.
-No está, ¿de acuerdo? Se fue.
-Si mi luna no la olvida, ¿cómo hacerlo yo?
Así que ayúdame.
Deja ya de bailar en círculo, de esconderte entre nubes,
de hacer de mi vida una quimera de tinieblas
y deseos reprimidos.
Es tanto el hastío vivido,
tanto el dolor en las entrañas...
Parecía que ella vino para hacerlo menguar
y no quiero, no quiero que mi corazón se precipite de nuevo.
Odio mi mente, almacén enorme de residuos y preocupaciones abstractas
basadas en palabras, gestos, nimiedades. Premisas poco sólidas.
Ante la duda, tristeza. Ante la incertidumbre, desesperación.
¿Y sabes? Me gustaría arrancarme la piel a tiras,
dejar de ser yo. Descansar de mí mismo.
De mis dudas, de mis miedos.
Disfrutar de la noche.
Así que álzate con ímpetu. Disuade mi oscuridad.
No me dejes dormirme y perderme de nuevo en pesadillas.

1 comentario:

  1. La luna, es preciosa pero, no siempre buena musa: ahí están los lunáticos que viven transformaciones a la luz de la luna llena. Y algunas peligrosas, dicen.

    Claro, que también está la influencia en la llegada adelantada del nacimiento de los niños en sus cambios de ciclo, más frecuente también en luna llena. Esto es de celebrar, salvo por los que tienen guardia ese día en ginecología.

    ¡Qué haríamos sin la bajamar, la pleamar y sin las olas, que tanta diversión nos procuran en las playas!

    Tan radiante en la noche, es difícil no verla como buena compañera que disipa temores y oscuridades. Y hace guiños contestando, escondiéndose y saliendo de entre las nubes. Es difícil no tenerla en cuenta, sobre todo cuando está en plenitud, que recuerda momentos vividos semejantes.

    Seguro que te hizo caso, no puede quedarse inmutable a la bonita oda que te inspiró, aunque la musa real sea otra.

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