viernes, 8 de julio de 2011

A ti, utopía

Me gustaría que cada carta acabara en un beso, en un te quiero pincelado.
Que los periódicos volaran desprendiéndose del petróleo que tinta su blancura y se perfumaran de nuevos colores.
Quizá así las noticias serían esperanzadoras, retazos de un mundo mejor.
Quizá así asomarse al mundo no se convertiría en un safari por un holocausto de lágrimas, sonrisas desdentadas, barrigas hinchadas por el hambre y zumbidos de bala.
Quizá así nuestras calles de parecerían más a las calles del sueño del rorro que duerme en brazos de su madre,
destino costas de Cartagena,
travesía por mar.
Qué dulce su rostro en aquella patera,
ya raída por el ímpetu de las olas.
Qué dulce la nana de su madre,
que arrulla a su niño,
y le insufla aliento de futuro,
esperanza y vida.
Ojalá que la paz que se desprende de tu resuello cuando duermes lo inundara todo,
y los hombres bailaran a tu tempo, y las nubes se espantaran con tu risa.
Ojalá que tu risa cruzara a nado el estrecho y alimentara los estómagos vacíos.
Ojalá, quizá esto sea más urgente, tu risa se quedara en esta orilla y alimentara los corazones vacíos, para que abrieran los ojos y vieran más allá de su horizonte.
Que nunca te contamine el mundo.
Porque si el horror alcanza ese reducto de soledad y bien que es tu alma, mi esperanza se diluiría con las lágrimas de mis vecinos.
Que tu luz lo ilumine todo,y nunca, nunca, parezca irremisible esta oscuridad que nos conquista.
Seas todos los nombres, todas las calles, todos los rostros.
Seas un cuerpo que nace, un alma que llega, un nuevo destello.
Seas el grito de la gente que copa las calles pidiendo un mundo mejor.
Seas una miríada de voces que exigen lo mismo.
Seas tú misma, luz.

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