Cada vez que veas la puerta entornada, pasa.
Si me ves taciturno, sombrío,
nunca pienses que estoy sacando polvo a las dudas.
Habrá sido un día malo, habré gritado a los espejos.
Si me pone nervioso hasta la música del microondas
avisándonos de que la comida está hecha,
y te contesto monocorde, contando las palabras,
no pienses que no te quiero.
Tengo días de balance,
en los que recuento derrotas y falsas victorias
y casi siempre resulto vencido.
Por eso, cada cierto tiempo una vez,
me envuelvo en mi cáscara de tristeza
y me escondo en un universo
que es mucho más pequeño que el tuyo.
Es entonces cuando no debes dudar de mí,
y no me dejes solo, aunque te lo pida.
Tan solo abrázame, deja que el silencio
cure las heridas y que me abrigue en tu infinita comprensión.
Después quédate, déjame oírte respirar fuerte.
Y dime que me quieres cuando el sueño me venza.
(:
ResponderEliminarque bonito juuuuuuleen!
no te preocupes, cuando me grites no te odiare, te amare masss! jaja
un beso bicho!
(y no comento porque me obligues, lo hago porque quieeeeero muahahaaaaa)