domingo, 16 de octubre de 2011

El trato

- Ni siquiera me has preguntado por qué te besé.
- No...
- ¿No tienes curiosidad?
- Bueno, es más bonito preguntarlo ahora que te tengo delante.
- Claro
- Bueno... y ¿por qué?
- ¿Por qué te besé?
-Sí
-Ya sabes que no me gusta hablar de esas cosas. Me da mucha vergüenza...
- ¡Joder! ¿Y entonces a qué ha venido todo esto?
- Bueno, ya sabes que me gusta volverte loco.
- Escúchame, hagamos un trato. Imagina que ahora nos besamos. La razón del primer beso dejaría de tener importancia. Ahora lo tendría el último beso.
- ¿Y qué razón tendría este último beso?
- Yo te la preguntaría y tu seguirías sin poder contestarme. Pero imagina que cuando descubrir la causa de este segundo beso sea de imperiosa urgencia, nos diéramos un tercer beso, y después un cuarto, y un quinto. ¿Lo ves? Así en ningún momento tendremos que dar respuesta al primer beso. Pospondríamos la respuesta y convertiríamos el proceso en rutina.
- Pero seguiríamos sin tener respuestas. ¿Qué ganaría yo con eso?
- ¿Tú? Ni idea... Yo un montón de besos...
- De acuerdo. Trato hecho.

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