miércoles, 19 de octubre de 2011

Tensión creciente

Soy un fiel admirador de la tensión creciente.
Me gustan las canciones largas que empiezan con un hilo de voz o un piano ronco. Que los instrumentos se incorporen gradualmente. Que el volumen y la intensidad crezcan y que todo se desborde en un final apoteósico.
Adoro las películas que comienzan ofreciendo pinceladas de la trama y te mantienen aturdido hasta un desenlace en que todo cobra sentido y la verdad te golpea.
Me gustan las personas con tensión creciente. Me gusta tardar en conocer cómo son de verdad, sobre todo si lo que me espera al bucear merece la pena. Me gustan las sonrisas irónicas, las miradas que te invitan a seguir buscando, la ironía y la mordacidad.
Me gusta que lo primero que veas de una persona sea lo malo. Lo malo suele ser lo que más atrae. Lo bueno es lo que te atrapa, lo que acaba por atarte. Pero sin misterio lo bueno suele presentarse como algo aburrido, frío.

Así que cuando vengas, enséñame solo lo malo. Atrápame. Trabaja la trama, ayúdame a seguir adelante. Dame pistas de vez en cuando de que el final del trayecto merece la pena. Emite destellos primero. Que el fulgor final no sea una sorpresa para mí.
Y cuando parezca que empiezo a rendirme, zas, despliega tu mano y enseña las cartas. No espero escaleras de color. Solo sorpresas.

2 comentarios:

  1. haberlo dicho antessss, que no sabes ni una cosa mala mia! (:

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  2. Apuesto a que es mentira. (El comentario de arriba digo)
    Un texto precioso Julen, toda la razón.

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