domingo, 16 de enero de 2011

Verídico

La de ayer fue una historia curiosa. Resulta que Jon y yo volvíamos en tren. Eran las dos de la mañana y el vagón estaba lleno. Junto a nosotros estaban sentados un señor y una chica algo más joven, en los que no me fijé al principio pero supuse que serían pareja.
Cuano Jon se bajó del tren me acomodé en mi asiento y me quedé mirando por la ventana. El señor de mi lado decía algo de Gelocatil y cabeza....y me costó un rato darme cuenta que me hablaba a mí...
- ¿Te duele la cabeza? Te lo digo de verdad, a mí el Gelocatil siempre me quita el dolor de cabeza...
- No, que va... No me duele- me quedé sonriendo mirándolo con curiosidad. No tenía pinta de estar ebrio ni de enajenado así que supuse que me habría rascado las sienes inconscientemente, suelo hacerlo cuando pienso.
- Es que el mal de amores es muy malo. ¿Te ha dejado la novia?
-¿Perdona?
- Que si te ha dejado la novia. Tienes cara triste.
- No... no.
- AHH... Verás, es que a tu edad me dejó mi primera novia y... ¿sábes? Yo estaba muy enamorado de ella. Hubiera hecho cualquier cosa pero... no se qué tendría ella en la cabeza

En ese momento me di cuena que la chica con la que estaba sentado no tenía nada que ver con él porque me lanzaba miradas de complicidad y extrañeza. El tipo siguió invistiendo.

- Pero tú estas enamorado.
- Ehhhh.... ¿Por qué lo dices?
- No sé... esas cosas se saben. Por tus ojos. ¿Hay alguna chica, verdad?

Para ese momento ya nos estaba mirando todo el vagón. El tipo era lo menos discreto que te podías encontrar.

- Bueno, sí... pero es complicado.
- ¿Complicado para tí? Por lo que te conozco, no creo que te sea complicado.
- ¿Por lo que me conoces? - En ese momento me eché a reir. La situación era realmente extraña.

-Verás, lo que sí te puede pasar es que te guste una chica pero que tengas una vecina de piernas largas y te confunda
-Que va... ojalá me pasara eso... Soy demasiado cabezota.
- A mí me pasó eso. Me enamoré a tu edad pero tenía una vecina que era una verdadera preciosidad y acabe a sus pies. Casi me olvido de mi chica, hasta que se fue. En ese momento, probé mi primer gin tonic. Fue como una balsa de aceite. Pero veo que eres un tipo serio.

-De lo más estúpido, en realidad.


-Pero deja de darle vueltas. Tú simplemente no la dejes de querer.
-¿Qué?
- Que no la dejes de querer. Tenéis que estar enamorados.
- Pero es que...
- Si ya lo sé... pero que quieres que te diga. No hay muchos chavales como vosotros de tu edad.

Me tenía que bajar y me daba bastante rabia porque el viaje estaba siendo de lo más gracioso.
- Ah! Pero... ¿la conoces también a ella?
- Un poco....

La chica se empezó a reír.

-Bueno, me tengo que bajar.
- No dejes de quererla.

-¿Qué?
-Que no dejes de quererla- repitió esta vez la chica.

Yo me quedé extrañado mirándolos mientras las puertas del tren se abrían.
Cuando salí tuve la extraña sensación de haber visitado el mundo de Alicia.
Definitivamente lo real supera a la ficción... o hay mucho alcohólico suelto.

1 comentario:

  1. Vería en tí al adolescente que fue.

    ¿Y qué adolescente no ha tenido un amor no correspondido?.

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