lunes, 10 de enero de 2011

¿Quieren saber qué falta?

¿Quieren saber qué falta?
De acuerdo, se lo diré. Pero no creo que ésto tenga solución.
Verdaderamente faltan momentos eternos que se puedan guardar con un pestañeo de ojos.
Pasajes efímeros pero de tal intensidad que graben nuestros corazones y quemen nuestras retinas.
¿Conocen el síndrome de Sthendal? ¿Aquella enfermedad que produce palpitaciones y vértigo cuando nuestros sentidos alcanzan unas cotas de belleza inconmensurables?
Pues bien. Les reproduciré la escena más bella que mi imaginación puede garabatear.
La calle está vacía, en silencio. La noche ha caído en la ciudad y una fina lluvia parece barrer los recuerdos. El tiempo pasa lento, acompañando el sueño de los vecinos y el rumor de algún que otro automóvil a lo lejos.
Imaginen a ella, radiante y luminosa, con el pelo suelto y los ojos negros, enormes bajando, rápida y nerviosa, mientras mira algo.

¿Y qué puede ser ese algo? Recuerden. Estamos creando una postal de belleza infinita. Ese algo sólo puede ser él, subiendo insegura y pausadamente, con las manos en los bolsillos y una sonrisa que derrocha felicidad.
Imaginen el viento moviendo las copas de los árboles, al ritmo de una música apenas audible. Desechen la marcha nupcial melosa y ambigua que tienen en la cabeza. Yo pensaba en algo emocionante, brusco, pasional... pensaba en el "Pájaro de fuego" de Stravinsky. No se extrañen, me encanta la aconvencionalidad.
No sé... imagino a los vecinos despertando de su infinito rumiar de bostezos y ronquidos y saliendo a las ventanas para presenciar el momento.
Los imagino cómplices del silencio abrumador, con el corazón palpitando al son de Stravinsky, esperando a que los dos cuerpos se fundan en uno.
Imagino a ambos cuerpos acercándose lentamente, mirándose a los ojos y fundiendo sus miradas y su alma. Creen la historia que quieran. Piensen que hace tiempo que no se veían o que se acaban de conocer. Piensen que están borrachos o esquizofrénicos y que por eso escuchan la banda sonora de la Fantasía de Disney.
Piensen, si así lo desean, que el narrador es el esquizofrénico. Creo que estarían afinando mucho.
Pero antes de juzgarme, imaginénlos empapándose de esa lluvia fina y abrazándose con furia. Imaginen el beso... lento, apasionado, mélodico.
Imaginen sus sonrisas y la de los vecinos cotillas.
Y luego contesten ustedes mismos a la pegunta que les hice al principio del texto.

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