lunes, 3 de enero de 2011

Silencios cómplices

Las personas afrontan con una irrespetuosidad pasmosa el término "silencio"
No escuchan su música y lo temen.
Así pues, recurren a una serie de coletillas, de farándulas y de necias historias que
puedan enfrentar al enemigo.
Luego llega el verdadero silencio. El silencio que emana de todas partes cuando ya está todo dicho...
Cuando no hay más que decir. Pero ésto sólo ocurre cuando un vínculo es estrecho.
Cuando un vínculo es ancho nunca puede ser llenado con palabras, aunque se hable todo el tiempo... de forma incesante... aunque las palabras broten como un manantial violento y lo empapen todo.
De esta forma, no existe el silencio indispensable.
Cuando en una conversación afloran los silencios, no se engañen, es que faltan las palabras.
Estoy cansado de oírles proclamar que aman los silencios, que les parecen reconfortantes...
A mí no me engañan. Ustedes saben tan bien como yo que la relación con la otra persona está dañada, lo que impide decir lo que piensan... y ésto genera silencio.

Ahora bien, existen otra clase de silencios. Un tipo de silencio que no creo que conozcan, pero espero y deseo que lo hagan pronto.
El silencio cómplice, que vivifica. El silencio que no surge porque faltan las palabras.
El silencio que parte de la certeza de que aún hay cientos de conversaciones por destapar... pero, ante todo, mucho tiempo para hacerlo.
Esta confianza en la palabra y en el tiempo crea los silencios cómplices.
Si ustedes lo conocen, acaban de granjearse mis respetos.

1 comentario:

  1. El primer silencio que comentas es un silencio que se oye, que pesa, que inquieta, que incomoda, que corta el ambiente, que indica la relatividad del tiempo ya que su duración se hace insostenible. Es inversamente proporcional a la buena relación entre dos personas.

    El segundo silencio, es un espacio lleno entre dos momentos llenos, sirve para valorar lo que se ha comentado antes, es liviano de llevar y no invita a romperse, no importa cuánto dure jamás resultará excesivo, es otra forma de comunicación de los que bien se comunican y es la forma más clara de sentir la sintonía que se existe entre los que no hablan. Y cuando se pasa a hablar no se tiene la sensación de romper nada, sólo se le pospone a otra invitación posterior en que volverá a ser bien recibido. Es una forma clara de saber la profunda relación que te une a otra persona o garantía de sentirte bien contigo mismo cuando dejas que te acompañe, sin necesidad de llenarlo con la radio, la TV o música.

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