viernes, 28 de enero de 2011

Patricia (II)

Patricia es capaz de sacarme de mis casillas. Es de las pocas personas que consiguen alterarme.
Siempre está yendo de un lado a otro; es incapaz de permanecer más de media hora en el mismo lugar.
No sé si ésto es resultado de que está a gusto en cualquier parte o de que aún no ha encontrado su sitio.

Patricia alterna días en los que es una maravilla hablar con ella con otros en los que se muestra intratable. Normalmente no sé lo que le pasa, porque le encanta guardar secretos. Dice que sin secretos no somos nada.

Y yo, que soy de las personas más curiosas que conozco y odio no tener respuestas, siempre estoy haciéndome conjeturas sobre lo que le puede pasar o qué hacer para arrancarle una sonrisa.

Me encanta su inconformismo. Cuando algo le parece injusto se encierra en sí misma, enfadada. Creo que suele masticar un rato las palabras para tratar de reprimirse... pero nunca lo consigue. Como ya he dicho tiene un carácter muy fuerte, y suele acabar gritando.

Otras veces se muestra muy sensible y parece que va a romper a llorar en cualquier momento. Creo que llora bastante pero odia que el resto de la gente lo vea, así que sólo he podido verla lagrimeando un puñado de veces; tiempo suficiente para que me guste más.

Sus enormes ojos se barnizan de un manto de tristeza y suele girar contrariada la cabeza para que no la vea. Cuando se vuelve, con la nariz congestionada y los ojos rojos, éstos me taladran y no puedo hacer más que quedarme mudo... y abrazarla.

Creo que duerme mal. Muchas mañanas llega con unas ojeras terribles. Me la imagino en su cama mirando al techo, con las persianas subidas porque no le gusta la oscuridad y maldiciendo al segundero, que gira con pereza, tratando de dormirse para que la mañana llegue antes.

Sus dedos están destrozados. Víctima de este nerviosismo constante, se pasa el día mordiéndose las uñas y su contorno. Pero eso me costó un tiempo averiguarlo, porque ella no deja que se las vea.

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