jueves, 3 de marzo de 2011

Poesía de madrugada

Poeta de trazo fino.
Poeta de madrugada.
Inspira aire y motivos,
la vida le invita a un baile.
Su pluma acompaña al alba.

Se acerca despacio al lienzo
Que conforma el papel en blanco.
Lo contempla en silencio
admirando la belleza;
la potencia del folio
que ansía ser llenado.

Respira dos o tres veces.
Empuña su lápiz dorado
y con él cubre de oro la vida
Gris. Vacía.
La vida del negro y el blanco.

Cada mañana su cuaderno llena
de ideas, de anhelos, de espasmos.
Instiga el síndrome de Sthendal
y, después, hace arder sus garabatos.

Los sabe valiosos.
Los sabe grandiosos.
Innovadores, profundos como pocos.
Pero adora la dulce pleitesía
del romántico anonimato
y como artista bohemio,
le dan vértigo las hienas
que rinden culto en el estrellato.

Ya tiene él su propia estrella.
El norte en su vida
Ya tiene reconocimiento sin recatos.
Todo encerrado en una pequeña que despacha sonrisas
Todo encerrado en una musa,
de apenas quince años.

Poeta de trazo fino.
Poeta de madrugada.
Emanan de él sonetos.
Poesía, que cultivan unos pocos.
Poesía, gloria pasada.

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