Entre benjamines de champán y otros delfines
me vi embaucado en verso corrupto
que, con orgullo de actriz,
embadurnado en vodka y rimel,
volvió a escribir tu nombre
sobre demoras y absurdos.
Viéndome obseso, el lamento de un converso [un servidor]
manchó en negro la flor de tu memoria:
Tu risa de cuerda frotada,
el regusto amargo del beso,
la crisálida a tu pecho abrazada
y el crepitar de mi fuego.
Buceando entre recuerdos
te vi escondida entre mis sábanas.
Ridículas mis manos en tus pechos;
lisérgicos, catárticos, amnésicos.
Amor se llama el juego
cuando bailas descalza.
Sed, agua.
Sed, lluvia.
Cararsis, miedos.
Embargos, furia.
Dios, credos,
mentiras, burlas.
Tu luz, mi amuleto.
Bendita herejía;
Llueva sobre mí tu locura.
Entre benjamines de champán y otros delfines
me vi embaucado en un verso corrupto
que, con orgullo de actriz,
embadurnado en vodka y rimel,
volvió a dejar mi huesos
temblando ante tus curvas.
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