sábado, 9 de abril de 2011

Las dos caras

Mientras el azul de tu ocaso va tiñéndose de ocre.
Las musas del Parnaso caídas en tu vaso naufragan en tu escote.

La luz del alba pincela tu rostro y le da vida.
La ninfa de tu pelo diseña un juego; tú doblas la esquina.

Y yo, mientras tanto, navego en mis dudas de cada día.
El mundo te espera, serás la más bella flor sin espinas.

Duele tu ausencia, me elevo en el vapor de tu recuerdo.
Trepa la hiedra del desamparo por mi cuerpo.

¿Te inmutarás cuando las sombras nos lleven lejos?
Veré, quizás en tus ojos a un dios ateo.

Cuando la razón- triste- regrese de tu destierro.
Vuelves al balcón -de mi cordura- con tus anhelos.

Y de ahí divisas todas las fichas que no he jugado,
Todos mis sueños, los tristes versos que he recitado.

Y yo, mientras tanto, contemplo y aguardo a una sonrisa.
Mi dulce pequeña, tú eres la más tierna de mis heridas.

Duele tu ausencia, me elevo en el vapor de tu recuerdo.
Trepa la hiedra del desamparo por mi cuerpo.

¿Cómo llegar a tus misterios si no me encuentro?

Falta trazar la línea que nos vuelva a guiar y así
poder enloquecer

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