jueves, 3 de febrero de 2011

Vaivencido

Vomito risa.
Aplaudo; rabioso acepto.
Resignación.

Me sé una sombra,
un juego tenue
con el que tus malabares
adquieren suspense.

Desesperación.

Abrazo al viento
y le exijo me traiga
tu olor. Se ríe.

Como tú cuando yo
aniquilo al suelo
con miradas manchadas
de tediosidad,
de las que acabas por ser
cómplice y fundamento.

Líbrame del peso de saberme vacío,
arrástrame, dame aliento.
Me faltan fuerzas, no coordino mis movimientos
al remar contracorriente.

Pero tú hieres,
lanzando sobre mí
todo el peso de un sueño,
y me aquejo de angustia,
del vaivén del deseo.

Dame un descanso.
Levanto la bandera del
perdedor sumiso.
Me declaro vaivencido.

1 comentario:

  1. Es precioso lo que dices. Es una pena el motivo por lo que lo dices.

    Claro, que si no existiera ese motivo, tampoco surgiría todo lo que estás creando. Serían rimas rosas, pegajosas y acarameladas de un poeta enamorado y correspondido.

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