domingo, 8 de enero de 2012

Valientes

Cuando hablan de ello
rápidamente lo relacionan con alguien cobarde.
Qué fácil es hablar.
Cuando hablan de ello
dicen que es cosa reservada para egoístas.
Que pensando en los demás nunca lo hubieran hecho.
Que saltar o tragar aquellas pastillas
era una forma de escapar a sus responsabilidades.
Sin embargo, cuántas veces hubiéramos deseado desaparecer,
dejar de existir. Apretar un botón y matar hasta nuestro recuerdo.
Cuántas veces y qué poco aplomo.
Cuánto miedo al dolor. A los segundos anteriores.
Y la tiniebla sucesiva.
A la incertidumbre.
Aquellos que bailan al miedo
es porque no pueden esperar algo peor después.
Para mí no son cobardes.
Munchausen murió solo.

1 comentario:

  1. Yo sé de quién recuperó la conciencia llorando por no haberlo conseguido.

    Pero mientras hay vida, hay esperanza.

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