jueves, 19 de enero de 2012

Sin título

Quisiera decirte de una vez por todas las palabras que salen de mi corazón y se quedan sin oxígeno en mi cerebro. Encontrar los códigos de reconocimiento, los artificios gráficos y semánticos que necesito para atrapar mis ideas en papel. Pulir la semiótica hasta perfeccionarla y perforar tus sentidos. Saber descorchar la utopía, enfrentar los fantasmas. Soy un Mersault extranjero a todo, sobre todo a sí mismo, que se encuentra al hallar tu sonrisa. Soy laringe irritada de gritar silencios que desgarran. Soy pupila vibrante que no se acostumbra a esta oscuridad. Fóvea apagada. Cristalino multiforme que se adapta instantáneamente a los trazos de tu belleza. Soy abismo en la memoria, temor constante a encontrarte y no hallar las palabras, a perder la cordura, el acorde, la nota precisa. Temo perder lo que nunca tuve. Lo que nunca pierdo: la esperanza afilada con la que me araño las muñecas los días de resaca en los que el arcoiris no es más que sonrisa dada la vuelta.
Ya me conoces. Tengo mil violines desafinados en la cabeza que no me dejan oír el silencio y se obstinan en tejer conspiraciones. Soy el patrón de un barco encallado, el náufrago que a falta de tabla de salvación se abraza a las olas. Fui el primero en dejar de ver en tu ensayo sobre la ceguera. Fui el tercero en saltar en Reichenbach pero nadie me recuerda. Estoy menos cuerdo de lo que solía. Pero sigo siendo el mismo que mezcla las verdades con saliva y provoca aludes dentro de sí. Soy el epílogo de una historia no empezada. El dummie que no conoce a su ventrilocuo. Ya solo me quedan las ideas que se corrompen de tanto pelear entre sí. Pierdo confianza en las metáforas, y los símiles y los artificios retóricos que investigo sin audiencia. Pierdo confianza en mí mismo.

Sigo llenando sacos de mentiras y tragedias, y excusas y nombres que no significan nada para mí. Me alarma el sonido del segundero, ese estrépito horrible que me obliga o ovillarme y llorar temblando. Descubro a veces un Cementerio en mi cabeza, y lo recorro hasta perderme. A veces tardo semanas en encontrar la salida. Pero peor es no saber qué buscaba. ¿Qué busco? ¿Que me atrape una falsa esquizofrenia como a McMurphy y deleitarme en su originalidad, esperando que firmen la sentencia? ¿Remendarme la tristeza hasta que los bajos sangren? ¿Continuar la introspección hasta destrozarme? Seguiré dando dentelladas a ciegas antes de mendigar el cariño que necesito porque tengo una especie de orgullo escondido muy selecto en sus exigencias que no lidia nada bien con mi falta de amor propio.

Nunca doy respuestas porque fabrico demasiadas preguntas para idear más respuestas de las admisibles. Quisiera decirte de una vez por todas las palabras que salen de mi corazón y se quedan sin oxígeno en mi cerebro. Vomitar el terror y el odio. Gritar y llorar hasta vaciarme y dormir en tu regazo sin pedirte más que que seas la vigía de mi sueño. Quisiera obligarte a querer despejar mis dudas, aun no pudiendo. Solo notar que quieres hacerlo. Notar que quieres. Notar las vibraciones. Notar que quieres. Las oscilaciones. Notar que quieres. Sonreír de veras. Sonreír contigo. Notar que quieres. Y estoy tan acojonado...


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