domingo, 6 de enero de 2013

La chica de Wilt

Yo que siempre he sabido
que la literatura es la hermana guapa
de la vida,
entendí pronto
que la semiótica es una farsa.
Por eso cuando conocí
a la chica de los crucigramas
- al principio la llamaba así
cuando me hablaba a mí mismo de ella;
después, cuando la ví
carcajear abrazada al Wilt de Sharpe,
fue cuando la rebauticé-,
intuí con tristeza,
que a pesar de que su mirada gris vuelo
me conmocionara,
nunca escribiríamos una historia juntos.
Decía Chéjov
que cuando una pistola aparece en escena
tarde o temprano será disparada.
Pero yo, que siempre he sabido
que la literatura es la hermana guapa
de la vida,
entendí pronto
que aquella pistola
no estaba cargada.

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