Yo que siempre he sabido
que la literatura es la hermana guapa
de la vida,
entendí pronto
que la semiótica es una farsa.
Por eso cuando conocí
a la chica de los crucigramas
- al principio la llamaba así
cuando me hablaba a mí mismo de ella;
después, cuando la ví
carcajear abrazada al Wilt de Sharpe,
fue cuando la rebauticé-,
intuí con tristeza,
que a pesar de que su mirada gris vuelo
me conmocionara,
nunca escribiríamos una historia juntos.
Decía Chéjov
que cuando una pistola aparece en escena
tarde o temprano será disparada.
Pero yo, que siempre he sabido
que la literatura es la hermana guapa
de la vida,
entendí pronto
que aquella pistola
no estaba cargada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario