domingo, 6 de enero de 2013

Lo peor para el amante

Lo peor para el amante
era ver frecuentemente fotos de ella.
La veía constantemente en revistas
y almanaques.
Su sonrisa le asaltaba desde el opi
si él hacía tiempo esperando
el autobús destino olvido.
A veces, y esto es lo peor,
no aparecía sola.
A veces, escoltada
por un tipo menos vulnerable
y, a todas luces,
más inteligente,
su sonrisa era más amplia,
eco ampliado de un sonrisa añeja.

Sorprendentemente, un día
el amante se vio sonriendo al mirar
la sonrisa impresa de ella.
Entonces, consciente de pronto
de una felicidad eventual
ocasionada por la felicidad ajena,
se reconcilió con los espejos.

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