pero yo siempre di la cara por ti.
Discutí con un sol
cansado de tus eclipses.
Amainé la tormenta
celosa del gris de tu iris.
Te disculpé
frente a un arco iris enojado
que creyó suyo
el cromatismo de tu risa.
Pero al fin
me cansé de luchar con mi mundo.
Y ahora que me rindo
y aprendo a olvidarte
me despierta como ayer un sol
enojado por tu pulso airado.
Le entiendo. Estás radiante.
Pero ya no eres mi lucha.
Creo que me acostumbré a la sombra.
Que aprendí que el gris de mi vida
es más benévolo que el de tu mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario