viernes, 14 de septiembre de 2012

Isla

Septiembre celebra de nuevo
la explosión de vida en el campus.
El aulario se llena con un remolino apresurado de voces,
un torrente juvenil que colorea las paredes blancas.
Sentada justo delante de mí,
Isla atiende callada.
Las flores del motivo de su vestido
maldicen en silencio el recogido de su pelo,
y buscan en vano la forma de trepar por su cuello.
Yo sueño - el profesor habla-
con ser hiedra eterna en ese tallo ebúrneo
que sostiene su cabeza.
Yo sueño- sigue hablando-
con habitar la humedad de su sombra
y resistir temporales e inviernos al abrazo de su risa.
Miro absorto el carro de la cremallera,
que, abrumado quizá por tanta belleza,
no llega a sellar el cierre.
Asoman aún tres dientes desnudos,
tres dientes buscando su par,
tres dientes y una invitación al deseo.
Así navego en las primeras tardes del curso,
soñando el mapa de deseo que me insinúa una cremallera.
Septiembre celebra de nuevo
la explosión de vida en el campus
y yo me siento su cómplice.

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