martes, 16 de abril de 2013

Silencio



Mientras hilas con los dedos
mi deseo y las horas,
y conviertes lo que era mi cuerpo
en un pabilo en un mar de fuego,
y la persiana se dilata,
retorciéndose quejumbrosa,
y de afuera llega un rumor infantil,
voces ahogadas, gritos sumergidos,
música cansada de juegos,
y Agosto se derrama en las calles
como agua bendita sobre la culpa de algunos,
yo trato de escuchar ese silencio
cuya existencia niegas.
Quizá el silencio sea tu susurro en mi oído
-¿lo has pensado?-,
esa nociva facultad tuya de hacer
que me olvide del ruido y de mí mismo.

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