jueves, 15 de noviembre de 2012

Pump

Está vacío.
No importa cuántas veces
lo agites o golpees.
No importa que grites
en susurros
ni que ruja la tormenta
en tus ojos de ceniza.

No te engaña la memoria.
Yo mismo lo puse ahí
a cubierto del frío
y del miedo;
a cubierto del odio
que a veces cubre al propio invierno
cuando el invierno nos cubre de blanco.

Aún perdura la sombra violeta
y el eco de sus palpitaciones.
Aún perdura la silueta dibujada
de las cuatro cámaras,
proporcionales en tamaño
dos a dos.

Pero la esencia ha muerto
como lo hicieron aquellos
que no siguieron nuestros pasos.
Como habrán de hacerlo
tus ojos y estas manos
que te escriben
cuando se apague la última luz
y mañana no exista.

Digiero con complacencia
que creas que yo lo hice desaparecer.
Tampoco sé dónde está
y la duda lo empantana todo.
Mi único truco de prestidigitador
es esta sonrisa serena
que te hace creer que llevo las riendas.

Respira.
No existen.




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